El hombre con trastorno bipolar que protagonizó el brutal asesinato de tres ancianos

El hombre había sido internado varias veces en clínicas psiquiátricas pero las leyes del estado habrían limitado la posibilidad de un tratamiento prolongado para Chris Ferguson, derivando en una tragedia.

Redacción internacional.- La tranquila ciudad de NewtonMassachusetts, despertó el domingo 25 de junio de 2023 con la noticia de un triple homicidio que dejó a la comunidad conmocionada. Bruno y Gilda D’Amore, una pareja de 74 y 73 años, fueron encontrados sin vida junto a Lucia Arpino, madre de Gilda y de 97 años, en su hogar.

El horrible descubrimiento tuvo lugar cuando Bruno y Gilda no aparecieron en la misa que tenían programada para celebrar su 50 aniversario de bodas en la iglesia Sacred Heart. Su ausencia preocupó a los feligreses ya que Gilda, conocida por su dedicación a las flores del templo, y Bruno, un hombre cuyo canto llenaba el lugar, nunca faltaban a sus compromisos.

La comunidad de Newton llora la pérdida de los D’Amore y se cuestiona cómo el sistema de salud mental falló en prevenir la tragedia.

El silencio prolongado llevó a un amigo cercano a revisar su domicilio, ubicado en un barrio tranquilo de casas con jardines perfectamente cuidados y calles arboladas. Lo que encontró dentro era inimaginable. Los cuerpos de los D’Amore yacían en su dormitorio, brutalmente golpeados y apuñalados. El cuerpo de Lucia tenía un cuchillo aún incrustado. Un cristal decorativo ensangrentado y muebles destrozados completaban el escenario de un crimen tan violento como raro en una comunidad famosa por su seguridad.

La policía llegó rápidamente al lugar y comenzó una investigación que, en cuestión de horas, apuntaba hacia un posible sospechoso. Cámaras de seguridad del vecindario mostraron a un hombre descalzo y sin camisa vagando por las calles esa madrugada. Huellas ensangrentadas encontradas en la casa de los D’Amore parecían coincidir con su recorrido.

Poco después, el hombre fue identificado: Chris Ferguson, un residente conocido por su afabilidad, sus problemas de salud mental y, hasta ese momento, su capacidad para ganarse el cariño de quienes lo rodeaban.

Una vida que prometía grandes logros

Chris Ferguson había sido un joven prodigio. Graduado con honores de la prestigiosa Newton North High School, donde fue uno de los pocos estudiantes afroamericanos, obtuvo una beca completa para estudiar en la Universidad del Sur de California. En 2004, se graduó con honores en Estudios Afroamericanos. Su inteligencia y sensibilidad lo destacaban, pero su vida comenzó a complicarse en sus veinte, cuando un diagnóstico de trastorno bipolar cambió radicalmente su rumbo.

En su blog “Black and Bipolar”, Ferguson describió con brutal honestidad los efectos de su enfermedad. Escribió sobre episodios maníacos que lo llenaban de grandiosidad y lo llevaban a hablar sin parar y a no dormir por días. También describió las profundas depresiones que lo dejaban inmóvil. En un post de 2012, escribió: “Por cada pensamiento de fama universal, vienen pensamientos paranoicos igual de desquiciados. Crees que todo el mundo te persigue”, citó The Wall Street Journal (WSJ).

Su enfermedad hizo que mantener trabajos o relaciones fuera un desafío. Ferguson intentó cursar un posgrado en la Universidad de California, Berkeley, pero tuvo que abandonar debido a episodios maníacos. Volvió a Newton, donde vivió con su madre, una defensora de los derechos humanos, y sus hermanas. Aunque tuvo periodos de estabilidad, sus crisis lo llevaron a ser hospitalizado en numerosas ocasiones.

La caída hacia el abismo

A principios de 2023, el comportamiento de Ferguson comenzó a deteriorarse visiblemente. Jessica, su hermana mayor, lo describió como errático: pasaba noches sin dormir, tiraba sus pertenencias al jardín y hablaba de manera incoherente.

“Decía que estaba haciendo ‘limpieza de invierno’ cuando vaciaba su habitación”, recordó. Jessica hizo todo lo posible por ayudarlo. Llamó a su terapeuta, al personal de crisis de Riverside Community Care y, en más de una ocasión, a la policía, contó al WSJ.

Las leyes de Massachusetts permiten la hospitalización psiquiátrica involuntaria solo por 72 horas, a menos que el paciente sea considerado un peligro inminente para sí mismo o los demás. Ferguson fue llevado al hospital en varias ocasiones durante esos meses, pero siempre regresaba a casa en pocos días, sin que su estado mejorara.

“Lo veíamos derrumbarse frente a nuestros ojos”, relató Jessica. En uno de sus intentos desesperados, envió un correo a los médicos de Ferguson implorándoles que lo admitieran en un programa de cuidado prolongado. En el mensaje, escribió: “no estoy tratando de delatar a Chris, sino de que entiendan lo que pasa más allá de las sesiones de terapia. Necesita ayuda inmediata”.

Ferguson comenzó a rechazar abiertamente su diagnóstico. Durante una llamada de videoconferencia con su terapeuta, aseguró que no necesitaba tratamiento y exigió un médico afroamericano. Para ese momento, su familia ya estaba al límite. El 23 de mayo del año pasado, fue encontrado actuando de manera extraña en el estacionamiento de un McDonald’s. La policía lo trasladó a un hospital, pero volvió a ser liberado en cuestión de días.

El último intento

El 11 de junioFerguson llevó su cama y su aire acondicionado al jardín, diciendo que iba a redecorar. Sus hermanas llamaron nuevamente a la policía, y Ferguson fue ingresado en el hospital St. Elizabeth bajo una orden de 72 horas. “Les rogamos que lo mantuvieran internado”, recordó Jessica. Pero sin un dictamen de peligro inminente, los médicos decidieron liberarlo tres días después.

“¿Podría haber mentido y dicho que me amenazó? Tal vez. Pero no me parecía justo ni correcto”, lamentó Jessica después del crimen. A menos de dos semanas de su liberación, los D’Amore fueron encontrados muertos.

Tras el hallazgo de los cuerpos de Bruno, Gilda y Lucia D’Amore el 25 de junio de 2023, las autoridades dirigieron rápidamente su atención hacia Chris Ferguson. Las pruebas parecían incriminatorias: huellas ensangrentadas en la escena del crimen coincidían con el trayecto captado por cámaras de seguridad, y Ferguson fue identificado vagando descalzo y sin camisa cerca de la casa de las víctimas en las primeras horas de la madrugada, según reportó ABC News.

Ferguson fue detenido y trasladado al hospital St. Elizabeth, donde ya era conocido debido a sus hospitalizaciones previas relacionadas con episodios maníacos. En este caso, estaba en un estado mental alterado, lo que dificultaba una comunicación clara. La policía y los investigadores forenses esperaron los resultados del análisis de evidencia del laboratorio estatal para proceder con cargos formales. Entre las pruebas clave se encontraban las huellas dactilares, las grabaciones de cámaras de seguridad y el análisis del rastro de sangre encontrado en el lugar.

Días después, Ferguson fue formalmente acusado de los asesinatos. Sin embargo, debido a su estado de salud mental, su capacidad para enfrentar un juicio fue cuestionada. En casos como este, el procedimiento suele implicar una evaluación psiquiátrica exhaustiva para determinar si el acusado comprende los cargos y puede colaborar en su defensa.

La familia de Ferguson, especialmente sus hermanas, se mostró devastada. Aunque llevaban meses alertando sobre su deterioro mental y pidiendo ayuda a las autoridades y médicos, se encontraron impotentes frente a las restricciones legales y el sistema de salud mental que falló en intervenir a tiempo. Jessica Ferguson expresó públicamente su dolor, diciendo: “Sabíamos que algo terrible podría suceder, pero nunca pensamos que llegaría a esto”.

Actualmente, Ferguson permanece bajo custodia, y el caso sigue bajo revisión judicial. Su situación pone en el centro del debate el equilibrio entre la protección de los derechos individuales y la necesidad de intervenciones efectivas en casos de enfermedad mental severa, especialmente cuando existe el riesgo de violencia.