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El impuesto a los carburantes

Para eso hay que publicar datos sobre los precios, dolarizados, en los países caribeños y centroamericanos, es decir en países que, como el nuestro, no producen petróleo.

Bernardo Vega
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El presidente Abinader ha anunciado que el 27 de febrero propondrá una nueva Ley de Hidrocarburos. La disyuntiva siempre es la misma: si luchar contra la inflación absorbiendo el gobierno con recursos presupuestales los incrementos internacionales de los combustibles o si combatir el desempleo utilizando esos recursos para esos fines pero permitiendo mayores precios. ¿Más inflación o más desempleo?

Lo recaudado por la Ley de Hidrocarburos equivale a un 10% del total recibido en impuestos y ante la ausencia de una reforma tributaria absorbiendo los mayores precios tiene un costo presupuestal enorme. El año pasado el Estado absorbió en subsidios RD$15,000 millones en un año en que el barril del petróleo crudo llegó a bajar a US$40, mientras que en la actualidad está en US$90 y nadie sabe en cuánto estará si hay un conflicto  armado en una Ucrania, que además, es el granero de la antigua Unión Soviética, por lo que también aumentaría el precio del trigo y los aceites. En los últimos doce meses el precio de la energía ha subido un 29% en Europa Y 40% en Estados Unidos.

La Ley de Hidrocarburos también establece los márgenes de intermediación, es decir lo que se ganan la Refinería y otros importadores de combustibles; los camioneros y los dueños de las estaciones de gasolina. Esos márgenes son hoy día lo suficientemente atractivos como para estimular que se establezcan más estaciones de expendio de gasolina y más negocios de transporte de combustibles.

El subsidio a la gasolina puede ser generalizado o focalizado. En el primer caso el dueño de un Mercedes Benz paga lo mismo por la gasolina que el que posee un destartalado concho. En el focalizado el Estado entrega bonos de gasolina a los pobres para que el combustible les salga menos caro.

A nivel mundial se ha acelerado el cambio de vehículos de gasolina por vehículos eléctricos y en nuestro país los insumos con que se genera la electricidad, es decir el gas natural, el carbón, el fueloil, el aire y el sol no pagan impuestos por lo que los carros eléctricos en términos tributarios tienen una ventaja sobre los de gasolina o gasoil. ¿Cómo gravar con impuestos la electricidad que consumen los automóviles?

La Ley de Hidrocarburos exonera de sus impuestos a los contratistas de obras públicas lo que se presta a sobreestimaciones de las necesidades de combustibles para esas inversiones. Eso debe de eliminarse estableciendo en los presupuestos de esas obras los combustibles a precios no exonerados.

Otra forma de reducir el costo del transporte es maximizando el uso del metro y las guaguas y disminuyendo la presencia de los conchos para así evitar el uso múltiple de medios para un mismo destino. Nuestro Ministro de Hacienda tuvo la inteligencia de sacar un seguro contra incrementos en los precios del gas natural lo que ha ahorrado mucha plata al erario público. Pero el principal problema del gobierno será siempre el mismo: cómo explicar que el incremento en el precio de los combustibles escapa al control del país y es un fenómeno mundial. Para eso hay que publicar datos sobre los precios, dolarizados, en los países caribeños y centroamericanos, es decir en países que, como el nuestro, no producen petróleo.

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