El malabarismo de sobrevivencia del/a dominicano/a

“…No me interesa la desigualdad porque sea más importante que la pobreza, sino porque es más desconcertante. Las personas tienen razones evidentes para querer mejorar su situación económica y, especialmente, razones contundentes para querer escapar de la pobreza… “. (T.M. Scalon: Combatiendo la desigualdad).

Justo es graficarlo como una verdad de a puño, el dominicano es bueno, noble, trabajador, entusiasta; empero, procrastinador por la indisciplina, merced a un liderazgo referencial negativo en los últimos 30 años que nos ha llevado a una degradación y descomposición sin par. Los patrones de comportamientos reflejan una sociedad subvertida, transada entre lo tradicional, opacado y la modernidad difuminada y una posmodernidad cimentada en el asiento, no solo de la incertidumbre, sino en el desconcierto teorético de su alcance y dimensiones.

Una sociedad difuminada, horridamente tradicional, en la dimensión de los indicadores económicos y sociales que otean un mundo del Siglo XIX y comienzo del Siglo XX. Una gran parte de los dominicanos y dominicanas no vive, sobrevive, en condiciones materiales de existencia pasmosa, pavorosa: El 67% de los que reciben ingresos por sueldos/salarios tienen que tomar “fiao”, a crédito, para poder cubrir sus necesidades cotidianas.
Con 23 salarios mínimos, el promedio de ellos se sitúa en RD$14,400.00 pesos mensuales. El promedio salarial en el sector privado es de RD$28,400.00 y en el Sector Público de RD$32,500.00. Sin embargo, mirando los 5 Quintiles del Banco Central podremos develar como viven. Veamos:

Quintil 1, del 20% más pobre, la canasta está en RD$25,078.36
Quintil 2, del 20% vulnerable, la canasta es de RD$32,728.34
Quintil 3, se encuentra la canasta en RD$38,766.18
Quintil 4, se encuentra la canasta en RD$45,016.40
Quintil 5, la más alta, RD$69,577.65
PROMEDIO BASICA: RD$42,269.58

No hay un solo salario mínimo que cubra la canasta del Quintil 1, del sector más pobre (20%); ni siquiera el sueldo mínimo mayor del sector no sectorizado de las grandes empresas que se encuentra en RD$21,000.00. En la Microempresa es de RD$11,900.00. En las medianas empresas es de RD$19,250.00. El salario mínimo mayor en el Sector Turismo es de RD14,000.00. En Turismo hay salarios de RD$10,650.00 (mediana del área), y de RD$9,500.00, aquellas del sector de menos de dos millones. En la Administración Pública el salario mínimo se encuentra todavía en RD$10,000.00.

Tenemos alrededor de 14 años que no se da un aumento de salario general en la sociedad dominicana.

En República Dominicana cuasi no se hace aumento de salarios, lo que se da es ajuste por inflación, vale decir, una concepción muy reactiva y merced a un Índice del Precio al Consumidor muy elástica, donde se basa en un promedio de 360 bienes y servicios, cuando sabemos que el impacto de la inflación en los Quintiles I y II, esto es, el 40% de los hogares, no es igual, dado que estos gastan entre el 80 y 85% en alimentación, vivienda y transporte; y, la canasta básica (arroz, habichuelas, pollos, carnes, huevos, etc.) es exponencial con respecto a otros bienes y servicios. Cabe destacar que la indexación a los salarios no se produce desde 2018.

Desde la perspectiva de ingresos salariales, entre el 67 y 75% no logra satisfacer sus necesidades vitales teniendo como gravedad de que de 4.7 millones ocupados que hoy se da en el mercado laboral, cerca del 58% trabaja en el mercado informal donde el sueldo por hora, según el Banco Central, es menor al trabajo formal. No estamos hablando del subempleo, donde impacta sobre el trabajo productivo por unidad, ni el trabajo cuenta propista. Cuando miramos a mediano y largo plazo el panorama, nos encontramos frente a un drama social tan dantesco si asimilamos los niveles de la seguridad social y la verdad real de la exclusión.

La sobrevivencia, hoy y mañana, es la cantera de una ruta que, de pesarosa, deja ansiedad, angustia, estrés, incertidumbre de un vivir sin vida verdadera, donde cada día es un signo de muerte de la esperanza. Un síndrome de la desesperanza instalada en la psiquis, sin sueños. No sueñan, no tienen visión. Observan y viven sin presente, donde la cotidianidad es tan cruel que sumergen su existencia mental en una sobrevivencia donde anidan la psicología del autoengaño, floreteando su burbuja en puntos ciegos.

Es una sobrevivencia que, para existir, tienen que ahogarse en un futuro que no controlan. Por eso vemos más de 45,000 bancas de apuestas donde el 90% están instaladas en los sectores más pobres y vulnerables. De ahí es que verificamos el consumo de alcohol y su aumento en momentos como el que estamos viviendo. Por ello también los niveles de violencia, pues la incertidumbre instalada como exactitud, desconcierta y nos produce frustración anclada. La frustración anclada nos obnubila, nos acelera a “vivir” alienados todo el tiempo. De ahí el exceso de bebida no prohibida y prohibida, de buscar atajos y de ser en América Latina uno de los países con mayor fraude social.

La elite política no le ha interesado la educación como desarrollo del capital humano, del capital social, del desarrollo humano y por ende de una más armónica integración social, vía la cohesión social. No hemos tenido estadistas en los últimos 59 años, como sí ha sucedido en Costa Rica, Uruguay y Chile. En la dirección más reciente del Estado (24 años) nos encontramos con liderazgos transaccionales corporativos, donde los intereses personales, particulares, primaron sobre la sociedad y los desafíos de ésta, en términos societales, no fueron asimilados, acuñados.

La sobrevivencia del dominicano se anida pues, en el juego, de cualquier categoría, en el consumo de alcohol, en estupefacientes. En la imaginación más increíble de sobrevivencia: el san. La sobrevivencia de empeñar sus bienes. Tienen lo mejor guardado para llevar a la casa de empeño cuando todas las puertas se han cerrado. Por eso vemos que compran en los colmados, que venden entre un 15 a un 30% más caro que los supermercados. En el colmado le “fían”, le venden a crédito cuando no hay líquido. ¡Es el agradecimiento, la gratitud!

La esperanza de vida al nacer del hombre dominicano es de 73 años. En la mujer oscila entre 75 y 76 años promedio. Sin embargo, para aquellos que se encuentran en los dos primeros quintiles es apenas entre 62 y 65 años. La sobrevivencia los envejece prematuramente. Los aturde sin levantar la cabeza, mirando el piso como muestra de no encontrar futuro. Por eso muchos no van a los hospitales, aun enfermos, pues en medio de que tienen que pasarse el día entero esperando la cita y al médico que no llega, si tuvo suerte de verlo, al final no podrán comprar la receta. De ahí, más allá de la tradición, de la costumbre, de la cultura, el consumo de alcohol y el jugar es la manera de ahogar el llanto de una realidad de sobrevivencia, de reír en medio del dolor.

Thomas Piketty en su libro Desigualdad Económica nos dice “El 10% más rico de la población global recibe el 52% del ingreso mundial. Mientras la mitad más pobre, el 8.5%. El 10% más rico de la población posee el 72% de toda la riqueza. El 10% ALC, es propietario entre 79 y 80% de la riqueza”. Así como los homicidios son un indicador de los niveles de violencia en una sociedad, la propiedad de la riqueza, la distribución de la renta, los niveles de salarios constituyen fuentes fehacientes de los niveles de pobreza y desigualdad de una formación social determinada. ¡De cómo vive la mayoría es la demostración del alcance de sensibilidad y compromiso de la elite política y empresarial!
Mariana Mazzucato en su libro Misión Economía nos habla de 5 Mitos que impiden el progreso:

1) Primer mito: Las empresas crean valor y asumen riesgos; los gobiernos solo aportan seguridad y facilitan el trabajo.
2) Segundo Mito: El propósito del gobierno es corregir los fallos de mercado.
3) Tercer Mito: El gobierno tiene que funcionar como una empresa.
4) Cuarto Mito: La externalización ahorra dinero de los contribuyentes y reduce el riesgo.
5) Quinto Mito: Los gobiernos no deben elegir ganadores.

Aquí, en la sociedad dominicana, debemos romper el mito de que pagando sueldos de sobrevivencia podremos alcanzar el desarrollo social y una sociedad más equilibrada.