Estados Unidos.- El legendario boxeador Mohamed Ali demostró hoy una vez más su capacidad para unir a personas de diferentes razas, religiones e ideologías en un emotivo funeral en su ciudad natal, Louisville (Kentucky), en el que fue despedido como «un soldado universal».
«Ali fue un soldado universal de nuestra humanidad común» que decidió «escribir su propia historia», aseguró el expresidente estadounidense, Bill Clinton, amigo personal del boxeador y quien cerró la ceremonia multi-religiosa celebrada en el pabellón KYC Yum Center de la ciudad, a orillas del río Ohio.
Clinton señaló que Alí fue una inspiración «tanto dentro del cuadrilátero como fuera», al citar su batalla contra la enfermedad del Parkinson que le mermó durante décadas.
En concreto, el expresidente reconoció haber llorado «como un bebé» cuando el excampeón colocó la antorcha olímpica en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996, ya visiblemente aquejado de la enfermedad.
Por su parte, su esposa, Lonnie Ali, señaló que su marido creía que «el fin de su vida debía ser utilizado como un momento de enseñanza»