La materia prima de los narco-negocios y la narco-política se produce y se transforma en droga en el Sur empobrecido para ser vendida en gran escala en los mercados de los llamados países ricos del Norte.
En el Sur operan los cárteles y redes que se encargan de comprarla a los productores a bajos precios, y de procesarla en laboratorios clandestinos, empaquetar, exportar y vender a precios astronómicos el producto final.
Los cárteles hacen las veces de almacenistas que colocan las drogas al detalle en las redes de los estrechos mercados locales y que luego envían por aire, mar y tierra a los inmensos mercados del mundo capitalista “altamente desarrollado”, principalmente a EEUU, CANADÁ y EUROPA OCCIDENTAL.
Los países de Sur que no tienen abundantes materias primas, pero si privilegiadas posiciones geopolíticas, hacen las veces de puentes, y para ejecutar el paso por su territorio y garantizar la intermediación necesaria proliferan en ellos las redes conectadas a los cárteles productores.
El Norte demanda, el Sur oferta.
El carácter ilegal de negocio eleva enormemente los precios de las mercancías en circulación.
Los cárteles y redes del Sur tienen también otra función: lavar el dinero sucio.
Los volúmenes de los pagos en monedas fuertes son colosales y requieren de mecanismos de lavados rápidos y encubridores; lo que implica, convertir en el menor tiempo posible, el dinero súper-abundante en propiedades, negocios y mercancías de alto valor; sobre todo el que no puede entrar sin sospechas a la bóvedas de los bancos privados.
De todas maneras, una parte importante -ya lavado o antes de lavar- de ese dinero nutre el sistema financiero de las élites capitalistas.
Los narco-negocios son componentes relevantes y crónicos de la gansterización ascendente del capitalismo de estos tiempos. Conviven y se entrecruzan con otros factores.
La DEA y los llamados mecanismos de investigación y persecución de los narco-delitos fungen de controladores de la oferta y de los excesos de las bandas, no más. Son especie de mega-cárteles reguladores.
La DEA controla la Dirección Nacional Anti-droga (DNCD) de nuestro país y los procesos de protección, en unos casos, y persecución y desmantelamiento, en otros de los protagonistas de esa modalidad del crimen organizado; y utiliza frecuentemente el procedimiento de extradición de los capos que más información pueden brindar sobre las complicidades políticas, militares y empresariales, para manejarlas a conveniencia.
Es frecuente que esas informaciones se queden en bóvedas en EEUU y se usen, no precisamente para sancionar judicialmente a presidentes, ex presidentes, líderes políticos de las derechas ministros, jefes militares y policiales, grandes empresarios…; si no para meterle presión, chantajearlos, tenerlos en el puño, condicionar sus roles, someterlos a sus dictados político-militares de corte colonialistas.
También la DEA inventa informaciones para calumniar gobiernos, funcionarios y líderes de procesos soberanos.
Las operaciones “anti-narco” de factura US-DEA contra carteles y redes del SUR cumplen cuatro grandes objetivos: sacar de circulación carteles y redes “quemados” o peligrosos por sus incursiones descontroladas, influyendo de paso en la relación oferta-demanda; obtener informaciones sensibles utilizables dentro de sus propósitos político-militares de dominación; gravitar cada vez más sobre los sistema de justicia de nuestros países; y tratar de legitimar un alto grado de injerencia e intervencionismo en sus neo-colonias.
Los mecanismos y empresas receptoras en EEUU Y UE de las voluminosas exportaciones de drogas SUR-NORTE generalmente disfrutan de gran impunidad. Son raras las operaciones punitivas contra las narco-entidades que reciben e introducen los cargamentos de estupefacientes, útiles para adormecer, manipular juventudes y activar áreas económicas.
En gran medida el accionar represivo de la DEA, de las policías estadounidenses y de sus dependencias tercermundistas se ceba en los adictos y en menor medida en el micro-tráfico. En cuanto al macro-tráfico su accionar es selectivo, revelando la existencia de bandas y carteles preferidos y aquellas que pierden su gracia.
En el Sur, el negocio de las drogas nutre las economías capitalistas en crisis, crea lumpen capitalismo al vapor, impulsa el crecimiento con desigualdades, expande el poder económico, político y militar de las lumpen elites capitalistas gansterizada y alimenta los sistemas financieros conectados a la banca privada mundial y a las economías centrales, a través de múltiples vasos comunicantes.
Al interior del Sur, una relación de dependencia, con transferencias contaminantes, se crea entre países productores de drogas con Estados narco-terroristas conformados, y países que son pequeños mercados de consumo y puentes de grandes exportaciones hacia el Norte.
Es el caso de la relación Colombia-República Dominicana, Colombia-Haití y Colombia-Centroamérica. Y esto se agrava en tanto Colombia es territorio ocupado militarmente por el PENTAGONO y la OTAN, plataforma de agresión de EEUU contra los países soberanos de la región y base de exportación de todo tipo de excrecencias del narco-capitalismo: inversiones sucias, asesorías institucionales perversas, paramilitarismo, mercenarios y tutelas sobre narco-organizaciones locales.
Así el mal se ha tornado no solo crónico, sino sistémico y funcional a un capitalismo ya gansterizado.
En la experiencia dominicana el tutelaje de la DEA sobre la DNCD y del FBI sobre la Policía Nacional(PN), y el accionar propio ambos organismos estadounidenses en nuestro territorio, determina que la operaciones contra las bandas y redes del narco-tráfico y narco-lavado, y sobre todo de aquellas conectadas con carteles colombianos y vinculadas a las exportaciones de drogas a EEUU, responde al patrón descrito en este artículo:
-Accionar conjunto DEA-DNCD, a veces con FBI, a veces no.
-Suministro parcial de las informaciones más comprometedoras al Ministerio Público.
-Incursiones propias de la DEA de puro corte intervencionista.
-Extradiciones selectivas de alto calibre informativo, que le garantiza a EEUU un banco de datos bajo su exclusivo control y empleo. Con prisiones cortas y devolución de bienes.
-Concentrar la saña contra los desacreditados integrantes de las bandas en desgracia y contra sus conexiones políticas, militares, policiales y empresariales de rango menor o intermedio.
-Trato especial a los capos mayores de cada banda.
-Proteger, en condiciones de “presos de confianza del imperio” -sin supresión de su libertad y derechos ciudadanos- a los Presidentes, ex presidentes, ministros, “líderes” políticos, cúpulas partidarias, grandes empresarios; manteniéndolo bajo amenaza, sujetos a su chantaje, bajo una permanente presión que los obliga a la sumisión total a los designios imperiales respecto al país de origen, a Nuestra América y más allá.
Ilustran el tema ciertas modalidades parecidas de algunos operativos antidrogas de alto calibre, ejecutados en periodos recientes: son los casos de las narco-bandas de Quirino Ernesto Paulino (extraditado a EEUU y ya puesto en libertad), Figueroa Agosto (capo puertorriqueño radicado aquí y apresado en Borinquen), Nelson Solano (conocido como el Zar de la Heroína del Caribe, extraditado y todavía preso en EEUU), Toño Leña (extraditado a pedido de la DEA), y Cesar El Abusador (protegido aquí por altas esferas del gobierno de turno, desmantelada su Banda por la DEA y el FBI y apresado por la DEA en Colombia).
A estos se agrega un caso español, un tanto influido por el proceder gringo: el del encopetado capo Arturo del Tiempo Márquez (recomendado a jefes militares y policiales dominicanos por el general colombiano Mario Montoya), protegido aquí por altos jerarcas del Estado y del sector privado, y apresado en Barcelona con un gran cargamento de cocaína; lo que acostumbraba a hacer con frecuencia desde el Puerto Modal Caucedo (propiedad privada de oligarcas dominicanos) al Puerto de Barcelona.
Lo común a todos estos casos:
-Fuertes conexiones a nivel presidencial y ministerial, asociaciones delictuosas con cúpulas políticas, diplomáticas, militares, policiales y empresariales conocidas y denunciadas.
-Cero aporte de información de EEUU sobre las confesiones de los extraditados.
-Ningún presidente, ex presidente, ministro, oligarca, jefe militar o policial investigado; menos aun procesados judicialmente por protección a capos, complicidad criminal y/o asociación con malhechores.
La reciente y espectacular OPERACIÓN FALCÓN, bajo conducción de la DEA, no da señales diferentes. El modelo tiende a repetirse, aun en el contexto de la incursión del expediente en construcción en el campo de la narco-política. Su capo mayor está prófugo, tres diputados oficialistas presos aquí, uno capturado de primero en Miami (antes vinculado al gobierno anterior, ahora al partido gobernante) más de 20 presos en total, entre ellos un funcionario medio del régimen actual. Nadie de alta jerarquía denunciado o investigado todavía.
Mientras… falta por ver qué pasará con la Banda del Éxtasis a cargo de la familia López Pilarte, apresada y denunciada por la independiente Procuraduría General de la República (PGR) por lavado de dinero: comprometida políticamente con el partido oficial (al punto que la esposa del capo es Diputada y uno de los hijos concejal de esa organización), y visitada varias veces durante la pasada campaña electoral por el hoy Presidente de la República.
Se desconoce si la DEA ha tenido que ver con este último caso iniciado por la Administración anterior, días antes de los comicios, en venganza electoral; y acometido hace unos días por la nueva PGR. Pero si logra controlarlo, de seguro procurará que no toque la elite del Partido Revolucionario Moderno (PRM), menos aun la figura del actual presidente, nuevo delfín dominicano dentro de la estrategia estadounidense en el Gran Caribe y del endurecimiento del modelo neoliberal en nuestro país.
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