Ciudad del Vaticano.- El papa Francisco aseguró hoy que «no es tiempo para la indiferencia» y que «somos hermanos o todo se derrumba», «lo constatamos -dijo- en las pequeñas guerras actuales, en esta tercera guerra mundial en pedazos» que vive actualmente la humanidad.
En un videomensaje con motivo de la celebración del Segundo Día Internacional de la Fraternidad Humana, el pontífice comenzó su alocución saludando al gran imán Ahmed Al-Tayyeb, con quien firmó hace tres años el documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común.
«Hemos caminado como hermanos conscientes de que, respetando nuestra respectivas culturas y tradiciones, estamos llamados a construir la fraternidad como una defensa contra el odio, la violencia y la injusticia», dijo.
Francisco destacó la importancia de la fraternidad como «uno de los valores humanos y universales» para que los desfavorecidos «no se sientan excluidos y olvidados» sino «como parte de una única familia humana» que debe promover «una cultura de la paz, que anime el desarrollo sostenible, la tolerancia, la inclusión, la comprensión recíproca y la solidaridad».
«Todos vivimos bajo el mismo cielo, independientemente de dónde y de cómo vivimos, del color de la piel, de la religión, de la clase social, del sexo, de la edad, de las condiciones de salud y de las económicas. Somos distintos y, al mismo tiempo, iguales, y este periodo de pandemia nos lo ha demostrado. Lo repito una vez más: solos no nos salvamos», enfatizó.
El pontífice se refirió a la necesidad de «caminar juntos» de «todos los creyentes y las personas de buena voluntad» y de hacerlo ya: «No lo dejemos para mañana o para un futuro que no sabemos si llegará».
«O somos hermanos o todo se derrumba. Lo constatamos en las pequeñas guerras actuales, en esta tercera guerra mundial en pedazos. Cómo se destruyen los pueblos, cuánta hambre pasan los niños, cómo se derrumba la educación. Es una destrucción. O somos hermanos o todo se derrumba», insistió.
Francisco añadió que «no es momento para olvidar» y que «el camino de la fraternidad es largo, difícil, pero es ancla de salvación para la humanidad».
«A las muchas señales de amenaza, a los tiempos oscuros, a la lógica del conflicto opongamos el signo de la fraternidad que, acogiendo al otro y respetando su identidad, lo impulsa a recorrer un camino común. No iguales, no; hermanos, pero cada uno con la propia personalidad, con la propia singularidad», concluyó.
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