El papa casará mañana, por primera vez en su pontificado, a 20 parejas

El acto tendrá lugar en la basílica de San Pedro a las 9:00 de la mañana y junto al papa estarán el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, el vicegerente Filippo Iannone y 40 sacerdotes amigos de los futuros esposos.

Bergoglio, como obispo de Roma, ya ha impartido otros sacramentos como la confirmación o la ordenación sacerdotal pero esta será la primera vez que presida una boda desde que fuera elegido papa, en marzo del pasado año.

De este modo, pondrá el acento en el papel que juega en la sociedad la familia, a su juicio una célula fundamental donde «se aprende a convivir en la diversidad y a pertenecer a los otros y donde los padres transmiten la fe a sus hijos».

Y es que el acto de mañana cobra especial relevancia ya que se produce a un mes del Sínodo extraordinario de obispos sobre la Familia que se celebrará en el Vaticano entre el 5 y el 19 de octubre y que deberá trazar la línea pastoral sobre esta institución.

Entre las veinte parejas, los prometidos más jóvenes tienen 28 y 25 años mientras que los más mayores tienen 56 y 49.

Al término de la ceremonia, después de saludar al pontífice en la sacristía, los recién casados se adentrarán en los jardines vaticanos para fotografiarse en la Gruta de Lourdes y compilar así el clásico álbum de boda.

No es la primera vez que un papa oficia esta ceremonia ya que el papa y santo Juan Pablo II casó a varias familias durante el Encuentro Mundial de la Familia de 1994 y durante el Jubileo del 2000, además de oficiar otras tantas de carácter privado.

El matrimonio es uno de los aspectos que más suele abordar el papa Francisco durante sus homilías al considerar que atraviesa «una crisis cultural profunda», según se lee en su exhortación apostólica «Evangelii Gaudium» (La Alegría del Evangelio).

Recientemente el papa reconocía con tono socarrón que «hay que tener valor para casarse hoy en día» y en múltiples ocasiones ha restado importancia a las discusiones de pareja al recordar que «no hay que llamar a la ONU» tras una riña de pareja.

Llegó incluso a convocar una jornada el día de San Valentín en la que participaron 20 mil comprometidos provenientes de múltiples países de todo el mundo.

Con su habitual postura conciliadora, ha mostrado su deseo de una Iglesia que «se aproxime» a los matrimonios en crisis y ha abogado por «no excluir» a los cristianos divorciados.