El papa critica las finanzas "sin escrúpulos" que se abaten sobre los pobres

El pontífice argentino denuncia, sobre todo, "las múltiples y demasiadas formas de desorden moral y social que generan siempre nuevas formas de pobreza"

Ciudad del Vaticano.- El papa Francisco criticó la existencia de «actores económicos y financieros sin escrúpulos» que se abaten sobre los más necesitados, en su mensaje publicado hoy para la Jornada mundial de los pobres que celebra la Iglesia Católica

En su mensaje para esta jornada instituida por Francisco hace cinco años, el pontífice argentino denuncia, sobre todo, «las múltiples y demasiadas formas de desorden moral y social que generan siempre nuevas formas de pobreza».

«Parece que se está imponiendo la idea de que los pobres no sólo son responsables de su condición, sino que constituyen una carga intolerable para un sistema económico que pone en el centro los intereses de algunas categorías privilegiadas», lamenta.

Carga además contra «un mercado que ignora o selecciona los principios éticos, crea condiciones inhumanas que se abaten sobre las personas que ya viven en condiciones precarias», así como «trampas siempre nuevas de indigencia y exclusión, producidas por actores económicos y financieros sin escrúpulos, carentes de sentido humanitario y de responsabilidad social».

Francisco reflexiona sobre «la otra plaga que produjo ulteriormente más pobres: la pandemia», que ha provocado un aumento desproporcionado de la pobreza y que seguirá aumentando en los próximos meses.

«Las largas filas frente a los comedores para los pobres son el signo tangible de este deterioro», advierte el papa, que exige «que se encuentren las soluciones más adecuadas para combatir el virus a nivel mundial, sin apuntar a intereses partidistas».

«En particular, es urgente dar respuestas concretas a quienes padecen el desempleo, que golpea dramáticamente a muchos padres de familia, mujeres y jóvenes», agrega.

Para Francisco «el estilo de vida individualista es cómplice en la generación de pobreza, y a menudo descarga sobre los pobres toda la responsabilidad de su condición», al aseverar que «la pobreza no es fruto del destino sino consecuencia del egoísmo».

Por ello, en su largo mensaje el papa destaca que los gobiernos y las instituciones tienen que estudiar un enfoque diferente para erradicar este fenómeno con «un modelo social previsor, capaz de responder a las nuevas formas de pobreza que afectan al mundo y que marcarán las próximas décadas de forma decisiva»,

Argumenta que «si se margina a los pobres, como si fueran los culpables de su condición, entonces el concepto mismo de democracia se pone en crisis y toda política social se vuelve un fracaso» .

El papa rechaza además el asistencialismo y llama a un compromiso para ayudar a erradicar la pobreza que no consista «exclusivamente en acciones o en programas de promoción y asistencia» porque la solución no es «un desborde activista, sino ante todo una atención puesta en el otro considerándolo como uno mismo”.

Advierte del peligro «de que la costumbre se convierta en indiferencia» pues «los pobres no son personas externas a la comunidad, sino hermanos y hermanas con los cuales compartir el sufrimiento para aliviar su malestar y marginación, para devolverles la dignidad perdida y asegurarles la necesaria inclusión social»

«La obra de beneficencia presupone un benefactor y un beneficiado, mientras que el compartir genera fraternidad. La limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero», asevera.

Y concluye: «No se trata de aliviar nuestra conciencia dando alguna limosna sino más bien de contrastar la cultura de la indiferencia y la injusticia con la que tratamos a los pobres».