Eslovaquia.- El papa Francisco invitó hoy a los católicos a ser solidarios con quienes tienen necesidades, en la multitudinaria misa que celebró en el santuario dedicado a la Virgen de los Dolores en la localidad de Sastin, en la etapa final de su viaje de tres días a Eslovaquia.
En este lugar de peregrinación para los católicos eslovacos, que además hoy celebraron a su patrona, la Virgen de los Dolores, el papa les instó a ser «signos de contradicción” en el mundo y «tejedores de diálogo allí donde las posiciones se endurecen».
Ante las cerca de 50.000 personas, según los organizadores, que llegaron a esta explanada frente al santuario mariano, pidió a los fieles «hacer resplandecer la vida fraterna allí donde a menudo en la sociedad hay división y hostilidad, que difundan el buen perfume de la acogida y de la solidaridad allí donde los egoísmos personales y colectivos predominan con frecuencia, que protegen y cuidan la vida donde reinan lógicas de muerte».
Puso el ejemplo de María la Dolorosa que, «al pie de la cruz» donde moría su hijo, «no escapa, no intenta salvarse a sí misma, no usa artificios humanos y anestésicos espirituales para huir del dolor».
Y que este gesto invita a los católicos a «la compasión» con «el que está herido, el que sufre y el que está obligado a cargar cruces pesadas sobre sus hombros».
«Una fe que no se queda en lo abstracto, sino que penetra en la carne y nos hace solidarios con quien pasa necesidad», agregó el papa, que durante este viaje que comenzó con una visita de pocas horas a Budapest ha siempre abogado por la acogida en dos países de la Unión Europea que cierran sus puertas a los migrantes.
Se trato del acto más multitudinario de Francisco en esta gira con cerca 50.000 personas que estuvieron repartidas en dos sectores bien diferenciados entre los que pudieron presentar su certificado de vacunación y los que accedieron con una prueba negativa al coronavirus.
Los organizadores explicaron a Efe que en las últimas horas la zona ha pasado a naranja en el riesgo de la pandemia y que por tanto se redujeron los espacios concedidos a los no vacunados. En un primer momento iban a ser sólo 1.000 personas, pero se llegó a un acuerdo para que pudieran asistir a la misa 3.000 fieles.
Tras el viaje a Irak del pasado marzo, el primero tras la pandemia, pero donde no se vieron multitudes, para Francisco han sido sus primeros baños de masa y misas multitudinarias.
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