Con los dominicanos vacunándose en mucho mayor cantidad, tal vez llegando al 70% de los adultos, y ante la perspectiva de la llegada al tercer mundo de una píldora de la Merck para aliviar a los contagiados y que se entregará libre de patente, es momento de ir pensando en el mundo pos-COVID y específìcamente cuáles serán los efectos más negativos que perdurarán.
Yo describo como “estudiantes durante la COVID” a los que han perdido más de un año de clases en la primaria, secundaria, y la universidad. Según estudios de organismos internacionales, esos grupos así perjudicados durante el resto de su vida recibirán un 10% menos de ingresos con relación a si se hubiesen beneficiado de una educación normal.
En nuestro país la situación educacional empeorará aún más por la mala calidad del profesorado, como lo evidencian los exámenes que tomaron los aspirantes a ser profesores de primaria, la mayoría de los cuales no pasaron la prueba. Pero, y además, y a diferencia de los tiempos de Salomé Ureña y sus compañeras, esos profesores no poseen vocación para enseñar, como lo evidencia el hecho de que la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) sacrificó un día de clases, después de meses sin ellas debido a la COVID, para celebrar unas elecciones en días laborables en vez de un sábado. Y, para colmo, es evidente que el sindicato de esos profesores, la ADP, está politizado, reflejando los intereses de diferentes partidos y que ahora controla el PLD. El objetivo del politizado sindicato será poner a profesores vinculados a su partido, leáse botellas, en vez de exigir calidad.
¿Cuál es la solución? ¿Importar maestros cubanos y venezolanos? El sindicato se opondría. ¿Salir de los ineptos y los que no tienen vocación? El sindicato también se opondría. Existe una gran diferencia en la calidad de los maestros, y consecuentemente en la enseñanza en nuestras escuelas privadas con relación a las públicas, ya sea a nivel primario o secundario. No siempre fue así. Recuerdo que en los años cincuenta, cuando estudiaba en una secundaria privada, era obvio que los estudiantes de la escuela normal pública recibían mejor educación.
Sugiero aprovechar esa diferencia entre centros de enseñanzas privados y públicos para que se establezca un mecanismo, muy parecido al que ya existe para promover la filmación de películas en nuestro país, por medio del cual nuestras empresas privadas sustituirían el pago parcial de impuestos sobre la renta por un aporte a un fondo de becas en escuelas privadas, las cuales son más caras. Si la promoción de películas ha tenido éxito, pues interesa al sector privado promoverlas, en vez de pagar impuestos al gobierno, creemos que existiría el mismo interés en un fondo por medio del cual se seleccionaría a una cantidad de los más inteligentes estudiantes de las escuelas públicas y se les becaría para que, en su comunidad, estudien en escuelas privadas. O es que es más prioritario en nuestro país que se filmen películas a que se eduque mejor a nuestra juventud?
Finalmente, el contar con una tableta o “laptop” en la escuela constituye ya parte de los derechos humanos universales.