El presidente dominicano Luis Abinader habló en la Asamblea General de la ONU y presentó una inconsistente propuesta disque para “ayudar” a Haití y evitar que su crisis ponga en peligro la seguridad dominicana y regional.
Enfatizó en que la solución de esa crisis “no puede ser dominicana”, mientras pidió a la ONU y a las grandes potencias capitalistas ayudar a superarla en tanto cabezas de la llamada Comunidad Internacional.
Su intervención estuvo cargada de medias verdades, silencios y mentiras determinadas por el hecho de que su absoluta subordinación a EE.UU alimenta un temor a decir verdades que los hechos han confirmado.
La verdad es que el espíritu de venganza, el racismo, y la negación a cargo de las potencias coloniales y neocoloniales han logrado por siglos aplastar la hazaña haitiana de 1804: la primera rebelión exitosa frente al colonialismo, la liberación de los esclavos/as negros/as y la conquista de su independencia.
A lo largo de siglo XIX y XX, y en lo que va del XXI, EEUU, junto Francia y Canadá, EE.UU. ha destrozado Haití y empobrecido dramáticamente a su pueblo.
Intervenciones militares para saquear y someter, imposición de regímenes corruptos y criminales, apoyo a narco-presidentes tipo Martely y Jovenel, instrumentación de bandas asesinas, tráfico de armas, mercenarios… ha sido la «ayuda» reciente de EEUU al pueblo haitiano y nadie que se respete debe esperar otra actitud de un imperialismo en franca declinación agresiva y voraz.
La reciente agudización de la crisis haitiana es responsabilidad del intervencionismo y el neocolonialismo de EEUU y aliados, ONU, OEA, FMI incluidas, que en conjunto integran la llamada Comunidad Internacional, a la que hay que exigirle que respete a soberanía de Haití y pague enorme deuda social.
En su persistente decadencia, la dominación del sistema imperialista occidental -acompañada de la declinación de la hegemonía mundial de EEUU, de su alto grado de pentagonización y del proceso de gansterización de sus estructuras de poder- solo augura más agresiones imperiales para tratar de aplastar los esfuerzos por rescatar soberanía, detener y superar el dramático empobrecimiento de nuestros pueblos insumisos.
Haití ha intentado recuperar su independencia reiteradas veces y las intervenciones militares imperialistas (unilaterales y multilaterales) las más recientes avaladas por la ONU, le han impedido resurgir de las cenizas.
Haití es víctima, no victimario.
El pueblo haitiano no hace líos para impactar negativamente a su país vecino, ni crea problema para afectar a nuestra República Dominicana, como afirmó el Presidente en rueda de prensa previa a su vergonzoso discurso.
Estudios económicos han demostrado que el trabajo de la emigración haitiana en RD aporta cuatro veces más que lo que recibe.
Eso de presentar a Haití como «carga» para la República Dominicana y “peligro” para la región, son puras falacias; ambas derivadas de la visión racista anti-haitiana que procura presentar a ese pueblo hermano como inepto e inferior, sujeto a la caridad burguesa e imperial de los otros países del Continente.
Son EE.UU, Francia, Canadá, la lumpen burguesía haitiana y su partidocracia corrupta las fuerzas que perturban la sociedad haitiana y maltratan cruelmente a ese pueblo hermano; fuerzas a las que precisamente Luis Abinader y su gobierno de multimillonarios han estado respaldando.
La verdad es que ni Haití es peligro para RD, ni viceversa. Ambos pueblos han sido empobrecidos por EU y por sus respectivas oligarquías y mafias políticas que provocan corrientes migratorias como forma de sobrevivencia de los sectores victima de la exclusión social.
En ONU no habrá solución a la crisis haitiana. La ONU, como la OEA, es cómplice de los mayores responsables de esa crisis, de quienes además no debe esperarse que ayuden a superarla.
Todo eso, es una cortina de humo para encubrir culpas mayores y reiterar el círculo vicioso que implica otra intervención de EEUU con disfraz multilateral, presentada por Abinader como supuestamente respetuosa de la dignidad y los derechos humanos.
El primer derecho humano de carácter colectivo a reivindicar en Haití es el derecho a la autodeterminación de su pueblo, junto al justo reclamo de que se le devuelva lo robado durante siglos de pillaje imperialista y corruptela burguesa y partidista.
Lo que procede no es mendigarles ayuda a los verdugos de Haití a nombre del pueblo haitiano, entre los que sobresalen aquellos que les cayeron a latigazos después de Biden anunciar la deportación de 10 mil migrantes emplazados en las proximidades del Río Bravo-
Haití no necesita que se mendigue por ella. Necesita soberanía y trato justo, sin coloniaje, sin intervención y sin bloqueos como los cruelmente ejecutados contra Cuba y Venezuela.
Las intervenciones multilaterales y los pedidos de ayuda no han servido para nada, más bien empeoran todo.
Procede, por tanto, un gran movimiento de pueblos y Estados soberanos que obligue a las potencias abusadoras, a base de indignación y justas rebeldía. a aceptar la autodeterminación de Haití y a respetar su derecho a recuperar lo que ellas y mafias capitalistas le han robado: dos derechos humanos colectivos realmente fundamentales.
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