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El que da recibe en Abundancia

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Siempre he escuchado que el que da, recibe dos veces más que lo que da. Yo lo he comprobado por mí mismo, lo que pasa es que uno a veces quiere dar de lo que le sobra y no es así, es dar de lo que a uno le hace falta y que a veces es lo único que tiene.

Dicen que una vez iba un pobre mendigo por un camino, y también iba un Rey en su hermoso carruaje, el Rey mandó a detener el carruaje y le dijo a aquel mendigo que le diera algo de lo que traía en su bolsa. El mendigo metió la mano en la misma y le dio al Rey tres granos de maíz. Pero cual no fue su sorpresa cuando al llegar a su choza encontró tres granos de oro en la misma, y se dijo: Si le hubiese dado todo lo que contenía mi bolsa, hoy fuera millonario, pero ya era muy tarde. Por eso siempre digo que el que da, recibe en abundancia.

Yo soy de los que me gustan los cuentos y las historias, porque aprendo algo de ellas, siempre digo que detrás de cada cuento hay una verdad escondida. Hoy quiero compartir con Ustedes una historia que lleva por título La Botella, y dice así: Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada, sin ventanas ni techo. El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y del sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía. Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: “Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marcharse”.

El hombre desenroscó la tapa de la botella que estaba llena de agua…De pronto, se vio en un dilema: Si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez  obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiera, o tal vez no, tal vez la bomba no funcionaría  y el agua de la botella sería desperdiciada. ¿Qué debería hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliera agua fresca…o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables escritas no sé cuánto tiempo atrás? Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡Nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia…Agua fresca, cristalina. Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante, Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajero, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase: “Créanme que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente”.

Por eso mi amigo, tenemos que dar todo lo que tenemos, hasta que nos duela, como decía la Madre Teresa de Calcuta. A veces no tenemos nada que dar, entonces es hora de damos nosotros mismos.

Termino con el Versículo 38, del Evangelio de San Lucas, Capítulo 6 que dice: “Dad, y se os dará una medida bien llena, apretada y rebosante, porque con la medida que vosotros midáis seréis medidos”

 Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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