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El regreso seguro

Todos los años, al día siguiente, los titulares de la prensa matutina se repetían e igualaban como si se tratase de un morboso cliché, tanto en el feriado de Semana Santa como en los de Navidad y Año Nuevo: la cantidad de víctimas fatales registradas durante el período.

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Todos los años, al día siguiente, los titulares de la prensa matutina se repetían e igualaban como si se tratase de un morboso cliché, tanto en el feriado de Semana Santa como en los de Navidad y Año Nuevo: la cantidad de víctimas fatales registradas durante el período.

Pero siempre también era un estimado inicial, cifra que lamentablemente iba en aumento en la medida en que se compilaban los reportes de todo el país.

En esta ocasión, sin embargo, se introdujo la modalidad de que el Centro de Operaciones de Emergencias se reservó la información hasta disponer de la totalidad de los cómputos.

Estos fueron dados a conocer por su director, el general Juan Manuel Méndez, este lunes, al mediodía, en el curso de la rueda de prensa organizada para ese fin. En total, informó el alto militar, se registraron 860 accidentes vehiculares, de los cuales nada menos que 707 involucraron a motocicletas, una proporción mucho mayor que habitualmente.

El total de personas afectadas alcanzó a mil 16, de las cuales 48 fueron por atropellamiento. Pero atención: la mayor cantidad de estos eventos, 584, tuvo lugar en los cascos urbanos, en tanto las autopistas y carreteras su número fue de 276, es decir, la mitad, pese al gran desplazamiento vehicular que tuvo lugar: una clara evidencia de la efectividad del operativo de seguridad. El número de casos atendidos por intoxicación alcohólica ascendió 363.

A estos les entró por un oído y les salió por el otro sin dejar huella en su cerebro, la intensa campaña en contra del exceso en el consumo, en particular la Cervecería Nacional Dominicana de “destapa con responsabilidad”, que costó una millonada a la popular empresa, así como las exhortaciones de distintas instituciones y la siempre dispuesta colaboración de la prensa. Y detalle preocupante: 20 de esos casos correspondieron a adolescentes de entre 14 y 17 años de edad, donde quedó en evidencia, una vez más, la penosa y sancionable falta de responsabilidad de los padres.

La estadística irreparable como siempre, fue la cantidad de muertes. En total 15 perdieron la vida, una obvia mejoría con respecto al pasado año cuando el número de víctimas fatales ascendió a 23. De las bajas registradas en esta ocasión, tres fueron por ahogamiento; once por accidentes vehiculares; y un peatón de tercera edad que resultó atropellado por un motor conducido por un menor.

A diferencia de otras ocasiones, las emergencias de los hospitales registraron muy pocos casos, señal de que en la retaguardia urbana, para la gente que se mantuvo en sus hogares o asistió a los oficios religiosos, la Semana Mayor transcurrió en un clima de mayor sosiego que habitualmente.

Si tomamos en cuenta que hubo un gran desplazamiento de personas, sobre todo hacia los centros de recreación que estuvieron al tope, podemos concluir que si bien lo ideal es que no hubiésemos tenido que que lamentar la pérdida de vidas (lo que en definitiva, no pasa de ser una aspiración ilusoria), los números ofrecidos representan una mejoría en relación con años previos.

Y que ello se debe en su mayor parte al diligente trabajo que llevado a cabo por el COE y al vasto y costoso operativo montado para facilitar a los vacacionistas un regreso seguro. De justicia saludar el trabajo desplegado por el personal de las distintas instituciones que integran el Centro de Operaciones de Emergencia, expresado a través de la reiterada demostración de abnegada disposición y eficiente labor de los más de cuarenta y un mil socorristas, verdaderos héroes anónimos, en su mayoría voluntarios, que aportaron su tiempo y vocación de servicio para hacer posible esos mejores resultados. Esta vez el feriado fue menos costoso y el retorno más seguro.

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