Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.
Cuando Dios no te contesta, es porque sabe lo mejor para ti. Tal vez no te des cuenta en momento, pero más tarde te darás cuenta porque no te concedió eso en el momento que lo pedias, lo que hay es que continuar con nuestra fe puesta en Dios.
Cuentan que Mary era una niña de 5 años de edad. Vivía en una parte de los Estados Unidos, frente al mar. Su familia era católica, ellos todos los Domingos a la Iglesia. Mary era muy feliz. Amaba con toda sus fuerzas a familia. Admiraba los ojos azules de su padre, su madre y sus hermanos. Todos en casa de Mary tenían los ojos azules, todos, excepto Mary. El sueño de Mary era tener los ojos azules como el mar.
Un día en el Catecismo de Parroquia, oyó a la profesora decir: Que Dios respondía a todas las oraciones. Mary pasó día pensando en eso. A la noche, a la hora de dormir, se arrodillo al lado de su cama y oró: Papa del cielo, muchas gracias porque creaste el mar que es tan hermoso. Muchas gracias por mi familia. Muchas gracias por la vida que me has dado. Me da mucho gusto todas las cosas que hiciste y que haces. Pero me gustaría pedirte que cuando me despierte mañana, tenga los ojos azules, como los de mamá. En el nombre de Jesús, amén.
Al despertar, al día siguiente, corrió al espejo. Miró ¿Cuál el color de sus ojos? Continuaban castaños. ¿Por qué Dios no me escucho? ¿Por qué no atendió a su pedido? Eso habría fortalecido su fe.
Bueno, aquel día, Mary aprendió que un NO también era respuesta. La niña agradeció a Dios del mismo modo, pero no entendía. Sólo confiaba.
Años más tarde, Mary se fue como misionera a la India. Los niños era vendidos por sus familias porque pasaban hambre, y allí en el templo los sacrificaban, Mary los compraba, para liberarlos de ese sacrificio. Pero para poder entrar en los lugares donde vendían niños de la India, sin ser reconocida como extrajera. Necesitó disfrazarse como una mujer de la India.
Se puso café en polvo en su piel. Cubrió los cabellos, se vistió como las mujeres del lugar y entraba libremente y tranquila a todos los lugares donde vendían niños, pues aparentaba una mujer hindú.
Un día una amiga de ella que era misionera también, y conocía a su familia. La miro disfrazada y le dijo: Guau, Mary, menos mal que tiene los ojos castaño y no claro y azules como el de tu familia. ¡A que Dios más inteligente servimos! El te dio ojos oscuros, pues sabía que eso sería esencial para la misión que te confiaría después.
Esa amiga no sabía comprender cuanto Mary había pedido tener sus ojos azules como los de su familia. Pero Mary pudo comprender finalmente el porqué de aquel NO que Dios le había dado hacia tantos años.
Tú comprendes ahora porque no te contesta en el momento que le pides una cosa. Es porque a lo mejor no te conviene en ese momento.
Termino con esta lectura tomada del Libro de los Salmos, Capitulo 8, Versículo 2 que dice así: “Señor, dueño nuestro, qué admirable eres tú en toda la tierra”.
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.