El hombre que no conoce a Dios vive, por naturaleza, asaltado por el temor y el miedo a lo desconocido y catastrófico. Teme por su pasado, presente y futuro. Se horroriza al pensar en la muerte física, de la que nadie escapa. Al respecto, alguien dijo que la muerte “es el terror de los terrores y el terror de los reyes”.
Se describe el temor o miedo como un sentimiento de inquietud, de incertidumbre, de recelo, de sospecha y aprensión hacia algo.
Algunos temen a las enfermedades, montar en avión o en barco, andar en la oscuridad, a la miseria, bañarse en el mar, subir una montaña, o usar un ascensor y hasta a ciertos animales domésticos.
Otros no escapan temer a los fenómenos naturales, como las tormentas, rayos, relámpagos, terremotos, maremotos y tornados. De modo que, cada persona está llena de temores. Hay quienes temen a la vejez, a la soledad, al fracaso y a ruidos extraños.
Según Marcos 4: 35-41, cuando Jesús y sus discípulos viajaban en una barca, se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y Jesús estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal; y (los discípulos) le despertaron y le dijeron: Maestro, ¿No tienes cuidado que perecemos?
Y levantándose, reprendió el viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién en éste, que aun el viento y la mar le obedecen?
El temor cegó los ojos de los discípulos, olvidándose en ese momento de la presencia del Hijo de Dios. Podemos colegir que el fundamento del temor es precisamente olvidarse de Dios.
Los discípulos fueron reprendidos por Jesús por su falta de fe, aun habiendo visto como éste, horas antes, multiplicó cinco panes y dos peces, dándole a comer milagrosamente a una multitud de más de cinco mil hombres, sin contar las mujeres y niños, sobrando 14 canastas llenas.
“A Jehová de los Ejércitos, a él santificad; será él Nuestro temor, y vuestro miedo,” (Isaías 8:13). En la vida espiritual el temor y el miedo valederos son los que impulsan al creyente, por amor y agradecimiento, a obedecer a Dios y a su Palabra.
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor -en Dios- echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor,” (1 Juan 4:18).
Fuente: La Biblia.
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