En la política y en otras actividades de nuestra sociedad existe un principio que causa desazón y considerado como una especie de corrupción, que es el tráfico de influencias del que se valen muchas personas cercanas a las más altas instancias del poder, ya sea política, económica o de otra índole, para obtener beneficios personales.
Estos personajes que medran en esas instancias, ni siquiera son notables, y siempre están dispuestos a “ayudar” a otros, a conseguir lo que desean, pero hay que darles su parte. Para muchas personas esta es una actividad con ribetes de corrupción, pero que siempre ha existido en éste y otros países.
Estos mediadores de nuevo cuño, que se presentan como “amigos” de ejecutivos de Gobierno, de empresas y de funcionarios, y que se venden como influyentes, viven moviéndose, como pez en el agua, en búsqueda de ofrecer su servicio al mejor postor.
En el plano espiritual, el tráfico de influencia no funciona, porque ni humano, ni santo, ni ángeles, ni arcángeles, ni querubines, pueden mediar ante Dios para que un mortal obtenga la salvación de su alma y otros beneficios divinos. Hay religiosos, que se consideran mediadores, y cobran por todos los servicios que tengan que ver con la piedad.
Al respecto, la Biblia registra un caso de un hombre que les ofreció dinero a Pedro y a los demás apóstoles, para que les impusieran las manos a fin de recibir el poder del Espíritu Santo a fin de influir en los demás y obtener ganancias materiales.
Se trata de Simón el mago, que “cuando vio que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme a mi este poder, para que cualquiera a quien yo le impusiere mis manos reciba el Espíritu Santo.
Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero”, (Hechos 8: 18-20). Todo lo que Dios ofrece, incluso lo más importante, la salvación del alma, es por gracia, por medio de la fe, no por obras, porque es un don divino (Efesios 2:8).
Simón fracasó al querer usar el tráfico de influencias, utilizando a Pedro y a los demás apóstoles, y con dinero obtener el Espíritu Santo, actitud que se conoce como “simonía”, por tratar de comprar un don divino.
La Biblia dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”, (1 Timoteo. 2:5-6).
Y el apóstol Pedro dice: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, (Hechos 4:12).
Amigo lector, acepta a Jesucristo como tu Señor, arrepiéntete de tus pecados, obedece su palabra, y recibirá, por gracia la salvación y todos los dones del Espíritu Santo. Tú tienes que ir a Cristo de manera personal, mediante la fe para ser salvo, porque el tráfico de influencias en este caso es inoperante. Dios a través de Jesucristo te ofrece la salvación gratuitamente.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe”. (Efesios 2:8-9). El Señor te bendiga.