Madrid.– El que podría calificarse como el último gran concierto de Pablo Milanés por su valor simbólico, el que lo reunió ya en plena enfermedad y tras cuatro años de ausencia con su «público más extraordinario», ve la luz este miércoles cuando se cumple justo un año de su fallecimiento.
Titulado «Días de luz – Pablo Milanés en La Habana», llega a Movistar Plus+ bajo la codirección de su hijo Fabien Pisani y de su viuda Nancy Pérez, quien ha ejercido además las labores de producción de lo que definen no tanto como un documental, sino como «el registro» fiel de aquella cita celebrada un 21 de junio de 2022 en la capital cubana.
Su lanzamiento, según relató Pérez públicamente en declaraciones recogidas por EFE, se encontraba entre las últimas voluntades de su marido, que ocupó «sus últimas madrugadas» revisando todo el material con una única petición para su familia: «Que lo sacaran pronto».
Lo hace cuando se cumple un año exacto de la muerte de aquel trovador «profundamente cubano», como lo define el periodista Carlos Galilea, que supo «enlazar la vieja trova con la nueva recuperando a figuras olvidadas como Compay Segundo», siempre con el empeño de ser «un cronista de su época».
«El canto fue para él un triunfo sobre el sufrimiento de las más de 30 operaciones que soportó, además de la pobreza y otras cosas de las que nunca habló en vida, como el abandono de su padre», confesaba Pisani en la presentación del documental esta semana.
Un concierto «con cierto halo de despedida»
Con el único acompañamiento de un piano y de un chelo, Milanés llegó al escenario de la Ciudad Deportiva de La Habana en silla de ruedas en toda su dignidad. Su movilidad mermada la contrarrestaban la solidez de su cálida voz cuando se acercaba ya a los 80 años y la felicidad evidente en su rostro y en sus palabras.
«¡Buenas noches, mi querido público cubano!», irrumpió justo después de interpretar la apertura con «Marginal», para reivindicar a las miles de personas que habían acudido a verlo, probablemente también a decirle adiós: «Siempre he dicho que es mi mejor público en la atención y respeto que me brindan».
Según su viuda, Milanés «nunca se imaginaba que para él pudiese haber un último concierto» y por ello «nunca perdió la esperanza de cantar pese a la enfermedad», pero, como precisaba su hijo, él concibió aquella cita en La Habana «con cierto halo de despedida, como cerrando cosas».
El documental apenas alude a los constantes problemas y retrasos en su celebración, en parte por complicaciones derivadas de la covid-19, en parte bajo la sombra de que fuesen maniobras de las autoridades cubanas ante un repertorio que, junto a intemporales temas románticos como «Yolanda» o «El breve espacio en que no estás», también se llenó de cortes que cuestionaban el régimen.
Un ser «extremadamente amoroso»
Definido como un ser «extremadamente amoroso» por quienes lo conocieron, su ausencia aún hoy constituye «un desgarro» para amigos como Víctor Manuel, que conoció a Milanés en su primer viaje a Cuba en 1976, en el que pasaron una noche entera en casa «cantando canciones deslumbrantes».
«Fue como entrar en otra dimensión, no se podía cantar ni componer mejor; a partir de entonces todo se me hacía pobre», destacaba el músico español, que compartió con el cubano la gira «En blanco y negro» y produjo su disco «Querido Pablo» (1985). «No hay día que no lo recuerde», afirmaba Víctor Manuel al arropar la presentación este lunes de «Días de luz».
Más optimista ante su ausencia, otra amiga cercana como la escritora nicaragüense Gioconda Belli celebra este material que refresca la memoria de «un personaje terrenal, amable por encima de todas las cosas y con un amor profundo por la historia de su país con todas sus cosas».
«La gente como Pablo nunca se pierde y en esta película se ve su fuerza, la belleza de la voz de ese hombre, está ahí en todo su porte», destacó sobre un concierto que constituirá además el punto y final de otro documental, en formato de largometraje y con imágenes grabadas desde 2009, que su hijo Fabien Pisani tendrá listo para 2024.