La elección de Abel Martínez Durán como candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) para las elecciones dentro de poco más de 18 meses quizás abre el ansiado ciclo de renovación de los partidos boschistas, a los que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) les fue delante al llevar a la presidencia a Luis Abinader.
Martínez obtuvo 60 % de los votos en la votación, realizada con las mismas máquinas electrónicas que según la facción perdedora del escrutinio interno anterior del PLD sirvieron para imponer fraudulentamente al candidato Gonzalo Castillo, que motivó en 2019 la deserción del expresidente Leonel Fernández para adquirir un partidito izquierdista que convirtió en su FUPU, que obtuvo apenas 5 % en las elecciones presidenciales. Algunos analistas creen que esa división favoreció la elección de Abinader.
El contenedor más cercano de Martínez fue un veterano aspirante, Francisco Domínguez Brito, con un 20 %; la ex vicepresidente Margarita Cedeño alcanzó un pobre un 16 % y otros tres un insignificante 2 % todos juntos. Sorprendió que sólo votaron unos 400,000 peledeístas.
Imposibilitado
El expresidente Danilo Medina, presidente del PLD, arbitró la convención sin poder candidatearse ya que es el único dominicano expresamente imposibilitado de concurrir, según la vigésima disposición transitoria de la Constitución, incluida en 2015, que dice:
“En el caso de que el Presidente de la República correspondiente al período constitucional 2012-2016 sea candidato al mismo cargo para el período constitucional 2016-2020, no podrá presentarse para el siguiente período ni a ningún otro período, así como tampoco a la Vicepresidencia de la República”.
Medina, de 71 años, declaró que la elección de Martínez garantiza la unidad del PLD y pronosticó que volverían al poder en 2024, lo cual luce bastante improbable por varios factores, entre ellos el impacto en la opinión pública de la magnitud y gravedad de los cargos por corrupción que son conocidos en los tribunales contra funcionarios de su gobierno y varios de sus siete hermanos.
Otra dificultad es que el presidente Abinader ganó la presidencia en primera vuelta con un 53 % en julio de 2020 mientras el PLD sólo alcanzó un 37 %, cada uno con seis aliados. Su desempeño en medio de enormes dificultades ha aumentado su popularidad, mientras los escándalos de corrupción y deserciones de tránsfugas han disminuido la del PLD.
Estrella de Abel
Por la Ley de Partidos, la proclamación de Martínez debe esperar al plazo previo a las elecciones, pero los dirigentes del PLD firmaron un documento obligándose a apoyar al ganador de su primaria presidencial.
Martínez, de 50 años, es abogado y ha sido maestro de escuela. Fue presidente de la Cámara de Diputados del 2010 al 2016, cuando se le consideraba afín al leonelismo, del cual no ha renegado, aunque se quedó en el PLD como miembro del Comité Central y su exclusivo politburó. Fue electo alcalde de Santiago en 2016 y reelecto en 2020.
Es casado desde 2014 con una apuesta presentadora de Telemicro, Nahiony Reyes, de 34 años, con quien ha procreado dos de sus tres hijos, según su biografía publicada en redes. La posible futura primera dama también ha dirigido tres emisoras de radio de Santiago e igual que su esposo estudió en la PUCMM.
Predicciones astrológicas
Dicen que la venganza nunca es buena porque enferma el alma, pero en la política criolla uno de los ritos del poder es tratar a los que bajan tras haber estado arriba como a los pejes grandes de la pesca deportiva, que antes de soltarlos es bueno verlos dar muchos brincos.
Los revolucionarios nunca aceptaron que Balaguer ganó las elecciones de 1966 y corrió mucha sangre. A Jorge Blanco, Balaguer lo destruyó para asegurar sus diez años de 1986 a 1996. Los peledeístas maquinaron exitosamente contra opositores para gobernar, con gran apoyo popular, durante cinco períodos.
La mayoría de los expresidentes, excepto el admirable caso de Hipólito Mejía, se convierten en obstáculos a la democracia interna de sus partidos.
Quizás por eso tras las primarias del PLD, hay mucha expectación sobre si dará paso al nuevo liderazgo y ofrezca así tremenda lección a la FUPU y demás partidos chiquitos de unívocos eternos aspirantes.
Es posible que al boschismo, incluida la FUPU, sólo lo salve una renovación de liderazgo, que reivindique la obra de gobierno rechazando la corrupción. Si Martínez invoca su leonelismo cargará con el fardo de la impopularidad de Fernández, que este año cumple 70 años. Si al contrario la FUPU apoya la candidatura de Martínez pese al encono entre ambas facciones boschistas, podría fortalecer al PLD.
Sin embargo, la reelección del presidente Abinader difícilmente será impedida por la oposición en su condición actual: en flux de tensiones por la reticencia de sus viejos líderes a dar paso a una nueva generación con capacidad y garra política, que lucha por abrirse paso en las lides partidistas.
Además, la aplicación de masivos subsidios durante la pandemia del Covid y por los efectos de la guerra de Rusia contra Ucrania en los precios de hidrocarburos, ha generado una amplia franja de nuevos simpatizantes de Abinader, pese a la inflación combatida por las autoridades monetarias y pese a su talón de Aquiles: el sector energético.
Difícilmente podrá acumularse suficiente presión anti-gubernamental mientras a Abinader lo sigan apoyando su base de sustentación natural y la mayoría del empresariado y continúen los reconocimientos internacionales por su excelente manejo de la economía. Empero, conviene al país el inicio de la renovación del liderazgo opositor.
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