Elecciones de julio: ¡ay! los cabos sueltos

Por su parte, la JCE tiene que convocar constantemente a los partidos, no para que simplemente presenten sugerencias, sino para tomar decisiones que los haga compromisarios del proceso, y que firmen todos los acuerdos. Si no, sepan que se armará el titingó.

El 5 de julio deben celebrarse las elecciones presidenciales y legislativas a pesar de las dificultades por el COVID-19. La racionalidad médica no primará, sino la necesidad de salir de esto ya, antes que los políticos revienten el país.

Eso sí, hay que tomar todas las medidas y precauciones de lugar para proteger la ciudadanía del contagio por el virus. Aun así, existe la posibilidad de que se produzca una abstención mayor que en las últimas elecciones presidenciales (en el 2016 votó el 70%).

Preocupa que faltan menos de dos meses y hay muchos cabos sueltos. Aquí cuatro.

Primero: la Junta Central Electoral (JCE) escogió el 5 de julio en medio de la incertidumbre que trajo el COVID, pero hay juristas que han cuestionado la validez de esa acción. Por tanto, los partidos tienen que ponerse de acuerdo inmediatamente para legitimar esa decisión; si no, cualquier perdedor puede impugnar las elecciones posteriormente, aun habiendo participado alegremente.

Segundo: un problema clave para cumplir con las exigencias de distanciamiento físico durante las votaciones es el tamaño de muchos salones utilizados como recintos electorales: son pequeños. La JCE debe hacer rápidamente una inspección de todos los lugares de votación para asegurar que cada colegio electoral sea ubicado en un salón suficientemente grande.

Tercero: el reclutamiento de miembros de mesa y voluntarios será más difícil ahora porque mucha gente no querrá exponerse todo el día al contagio. Eso significa que la JCE tendrá que contratar inmediatamente más personal y ubicar voluntarios para entrenarlos, siempre recordando que el manejo del desorden en la República Dominicana es difícil.

Cuarto: el voto en el exterior representa un serio problema. Si bien es cierto que los dominicanos en el exterior hacen un inmenso aporte económico a la República Dominicana, también es cierto que la República Dominicana no tiene posibilidad de modificar ni impugnar disposiciones que establezcan otros países por la pandemia.

En Nueva York, la ciudad con más votantes dominicanos en el exterior, no se sabe todavía cuándo se comenzará a abrir la economía. Hay primarias a fines de junio, pero los electores pueden optar por el voto por correo, lo que no permite la legislación dominicana. Además, el argumento de que un juez ordenó la votación presencial en las primarias no se aplica necesariamente a unas elecciones de otro país que se celebran en territorio de Estados Unidos.

¿Qué se hará si en Nueva York y Madrid no permiten votación presencial para los dominicanos? ¿Aprobaría la República Dominicana el voto por correo o se cancelarían las elecciones en el exterior? ¿O, qué haría la JCE si Estados Unidos y España deciden permitirlo muy cerca del 5 de julio, cuando ya no haya tiempo para el montaje de las elecciones?

Los partidos políticos dominicanos tienen que llegar a un acuerdo rápido al respecto, si no, en caso de que no se pueda votar en el exterior, cualquier perdedor puede impugnar la validez de las elecciones.

Sin duda, la lucha mortal entre las tres fuerzas principales que compiten en estas elecciones dificulta la toma de decisiones electorales. Pero ojo: las circunstancias son muy complejas y adversas para perder tiempo, hacerse los chivos locos, o jugar a más caos. Los dirigentes partidarios tienen que decidir.

Por su parte, la JCE tiene que convocar constantemente a los partidos, no para que simplemente presenten sugerencias, sino para tomar decisiones que los haga compromisarios del proceso, y que firmen todos los acuerdos. Si no, sepan que se armará el titingó.