En los últimos años, diversas personas han amasado grandes fortunas prometiendo hacer milagros para multiplicar inversiones.
Pero cada vez son más los que pasan del sueño de una mejor vida, a la pesadilla de no poder pagar las deudas que contrajeron con bancos o cooperativas para participar en estas plataformas de inversión.
Pese a que entregan contratos notariados, muestran una imagen de empresa establecida y una atractiva lista de beneficios para sus clientes, al final los dejan a la deriva quedándose con el santo y la limosna.