Un caluroso saludo a todos mis queridos lectores.
La conciencia no puede limpiarse con un hisopo, agua y jabón. Si así fuera, sería muy fácil limpiarla.
El limpiador de alma es el perdón. Cuando tú aprendas a perdonar tienes el 99% de la batalla ganada. Debes usarlo todo el tiempo, apenas veas una impureza en tu corazón úsalo. No te acuestes sin haber pedido perdón, y sin haber perdonado. En paz te acostaras y así mismo dormirás.
El hidrante de tu alma es la oración. Si no hidratas la piel de tu rostro, esta se marchita. Si no oras, tu alma se seca. Pero a medida que confías en Dios, el afán desaparece, y aprendes a reposar y esperar en el Señor.
La tonificante de tu alma es la alabanza.
Cuando alabas a Dios y vuelves a El tus pensamientos, cuando te olvidas de ti mismo, quedas libre para que Dios ponga en ti su gozo.
La nutritiva de tu alma es la palabra.
Así como tu fisco no puedes vivir sin alimento, tú alma necesita de la palabra de Dios. Cuando te alimentas con la palabra de Dios, la debilidad y la confusión desaparecen.
Serás como el árbol plantado junto a un rio. Los demás arboles se secan, pero el que ha sido plantado junto al río, siempre está verde y frondoso.
El protector de tu alma es la coraza de la fe.
La fe te ayudara a protegerte de las inclemencias de la vida, mirarás por encimada las circunstancias y pasarás victoriosa o victorioso en medio de las pruebas.
A través de ti, Dios moverá montañas y tu llevaras a otros a encontrarse con Dios.
Si usas a diario estos productos de belleza, tu alma se mantendrá limpia y tu corazón será puro.
Los dejo con esta lectura tomada del Libro de los Salmos, Capitulo 46, Versos 2 y 3 que dicen: “Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro; por eso no tememos aunque cambie la tierra y los montes se desplomen en el mar”.
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.