Ambiciones de poder y falta de cultura política empañan proceso de elecciones en Honduras

Tegucigalpa.- Las ambiciones de poder, las confrontaciones entre miembros del Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal de Justicia Electoral (TJE), así como la falta de cultura política, empañan el proceso de las elecciones generales en Honduras previstas para el 30 de noviembre.

Honduras vive un ambiente de incertidumbre porque el cronograma electoral del CNE marcha con retrasos, al punto de que, por un conflicto entre los tres magistrados del TJE, aún no se han enviado a la imprenta las papeletas electorales de dos de los 18 departamentos del país.

El CNE ha estado en crisis desde las elecciones primarias del pasado 9 de marzo, previas a las generales, donde se elegirá a un presidente, tres designados presidenciales, 298 alcaldías municipales, 128 diputados al Parlamento local y 20 al Centroamericano.

En medio de los conflictos entre los principales órganos electorales se encuentran las Fuerzas Armadas, responsables de la custodia y transporte del material electoral, que quedaron en entredicho en los comicios de marzo.

Crisis en los órganos electorales

Analistas y observadores nacionales y extranjeros consideran que el principal problema de los organismos electorales es estar integrados por representantes partidistas, que defienden los intereses políticos de sus instituciones en busca del poder.

Principales candidatos no son ejemplo de civismo

Las confrontaciones más intensas en el CNE han sido entre los consejeros de los partidos Libre y Nacional, quienes el jueves y hoy protagonizaron una fuerte discusión tras una denuncia de López, alegando que Ochoa estaba ocultando un equipo biométrico ingresado de manera irregular al CNE.

López llamó a Ochoa “fanfarrón” de “sonrisa cínica” y aseguró no temer a sus amenazas de denunciarla ante el Ministerio Público. Ochoa, por su parte, afirmó que López intenta boicotear el proceso electoral, motivo por el cual la denunciaría ante la Fiscalía, un ente que también ha perdido credibilidad en el país.

López insistió en que “queremos elecciones con transparencia, no con equipos escondidos ni bajo llave de un solo partido”, refiriéndose al equipo biométrico en cuestión.

Algunos líderes de los partidos mayoritarios, incluyendo a sus candidatos presidenciales, tampoco son ejemplo de civismo en un proceso que costará a los hondureños más de 4.000 millones de lempiras (unos 152 millones de dólares), sumando las primarias y las generales.

El jueves, un activista del Partido Liberal quemó una bandera del partido Libre en la sede del Consejo Central Ejecutivo (CCEPL) en Tegucigalpa, hecho que fue aplaudido por el candidato presidencial Salvador Nasralla y varios de sus seguidores, quienes coreaban “fuera el familión”, en referencia al gobierno de Xiomara Castro.

Ataúdes y ataques simbólicos

Nasralla se disculpó luego en sus redes sociales, alegando: “no me percaté completamente de la escena”, aunque se encontraba a escasos metros del incidente. El CCEPL también manifestó su desacuerdo con la acción.

En meses recientes, el alcalde de San Pedro Sula y presidente del CCEPL, Roberto Contreras, apareció frente a dos ataúdes, simbolizando la “muerte política” de los candidatos Nasry Asfura (Partido Nacional) y Rixi Moncada (Libre).

Antes, activistas de Libre habían desfilado por las calles de San Pedro Sula con otro ataúd, encima del cual colocaron un pollo de plástico, simbolizando la “muerte” del “Pollo Contreras”, como también se conoce al alcalde.

Además de la violencia criminal y la división política y social que sufre Honduras, la población es testigo del odio y la confrontación que emanan de muchos líderes partidarios que buscan llegar al poder.