Algunos políticos creen que los empresarios sólo sirven como mecenas y filántropos. La filantropía, que motiva a regalar riquezas, y el mecenazgo, a proteger artistas, científicos o deportistas, son importantísimos. Lo demuestran los brillantes desempeños de nuestros atletas apoyados por CRESO.
Pero los empresarios están para crear productos y servicios eficiente y competitivamente, crear empleos, pagar impuestos y (por supuesto) ganar dinero. Para esto último, deben comenzar por el proceso creativo arriesgando sus inversiones. En el último medio siglo nuestro país lidera a América Latina en crecimiento, desarrollo, progreso, estabilidad democrática y respeto a derechos ciudadanos, porque –a diferencia de Haití— nuestros empresarios han trabajado como burros y reinvertido aquí.
Algunos son malos individuos, quizás en proporción menor que políticos quienes, sin invertir, producir, pagar impuestos, crear trabajo ni procurar mejor justicia y buen Derecho, compiten en riqueza con familias que llevan 120 u 85 años trabajando. Defender a la empresa privada, no a bandiditos individuales, es un poderoso antídoto contra las brisas zurdas que llegan desde fuera. No todo lo que flota es una medusa.
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