En las últimas décadas, una de las preguntas que más me han hecho en los medios de comunicación y de manera informal, es cuándo surgirá en la República Dominicana una fuerza electoral alternativa fuera de los partidos tradicionales. Mi respuesta ha sido y sigue siendo: cuando colapse el sistema de partidos tradicional; es decir, cuando ninguno de los partidos que han sido o son mayoritarios, conciten apoyo suficiente para ganar elecciones.
¿Cuándo ocurre eso? Generalmente, cuando los partidos del sistema se van debilitando a través del tiempo por divisiones, y surge una crisis económica. En la República Dominicana se va dando lo primero, pero no se ha producido todavía lo segundo.
El conflicto interno del PLD y la debilidad que muestra la oposición política, representada fundamentalmente por el PRM, alienta la idea de que se está en un momento de ruptura con el sistema de partidos tradicional.
Desde ya, sin embargo, me atrevo a decir que el surgimiento de una nueva fuerza electoral no se vislumbra para el 2020. Aquí tres razones.
Primero, a pesar de las contradicciones que muestran las encuestas realizadas en las últimas semanas, todas coinciden en que, en todos los escenarios de candidaturas presidenciales presentadas a los encuestados, la mayoría se inclina a votar por el candidato presidencial del PLD o del PRM.
La encuesta Gallup-HOY, por ejemplo, al preguntar por qué partido votarían los encuestados si las elecciones fueran hoy, encontró que el 38.2% indicó al PLD, el 25.3% al PRM, el 4.3% al PRD y el 2% al PRSC. Esto significa que ya el 69.8% del electorado tiene una inclinación a votar por uno de los partidos tradicionales del sistema (el PRM es un partido relativamente nuevo, pero es producto de una división del PRD).
Segundo, dado que el PRD y el PRSC irán muy probablemente aliados al PLD o al PRM, ese 69.8% votará por uno de ellos.
Tercero, si no ocurre un imprevisto importante en la política dominicana, podemos asumir que la tendencia histórica a votar por los partidos grandes se afianzará en la medida que se acerquen las elecciones. La razón es que, en la recta final, muchos de los electores que ahora dicen no saber por quién votar, optan por concentrar el voto en las dos opciones con potencial de victoria (así ha sucedido en la República Dominicana desde 1978, incluso desde antes).
Este panorama electoral presenta un desafío inmediato a los partidos pequeños, ya que, las fechas para establecer alianzas se aproxima. Los partidos pequeños que tengan como agenda central sacar al PLD del poder, tendrán que aliarse al PRM, único partido de oposición con una base electoral significativa. Si no, tendrán que forjar una alianza de partidos minoritarios con una candidatura presidencial sumamente atractiva, que pueda acumular votos suficientes para forzar una segunda vuelta y negociar.
Pero ojo: sólo en 1996 se produjo una segunda vuelta, durante el breve interregno tripartidista por el ocaso de Joaquín Balaguer.
Actualmente, la única posibilidad de que se produzca un realineamiento de las fuerzas electorales para el 2020 es que el PLD se divida, y Leonel Fernández sea el candidato presidencial de varios partidos minoritarios. Eso, sin embargo, no representaría una nueva fuerza electoral, sino un fraccionamiento del voto peledeísta.
Ningún país latinoamericano mantiene intacto su sistema de partidos tradicional, y en varios ha colapsado. En la República Dominicana, el sistema de partidos ha sido, hasta la fecha, resistente al colapso y también al cambio.