Todavía muchos de los que nos dedicamos a la política o los asuntos públicos en la sociedad dominicana no hemos asimilado que lo virtual, lo que ocurre en el mundo digital en términos informacionales y comunicacionales es parte de la realidad política y social.
De hecho, hasta la expresión “los que nos dedicamos a la política o asuntos públicos” –como resultado de la expansión de la esfera pública que ha resultado de la era de la información—se ha desdibujado. Hoy, los que dedican parte de su tiempo a lo público desde la esfera de lo virtual superan en mucho a los que lo hacemos “en el mundo real” o en ambas esferas a la vez. Lo público se ha ampliado.
Las redes sociales son una dimensión más de lo público. Se gestiona la sociedad también “en” y “con” las redes sociales porque en y desde ellas se configuran los consensos y disensos sociales y políticos; se construye la opinión pública. De ahí que el uso de las mismas también esté siendo objeto de regulación legal e interpretación judicial.
Por eso el uso de las redes sociales por parte de quienes tenemos responsabilidades públicas directas debe ser ponderado y mesurado. De la misma manera que tenemos que ser prudentes y veraces en lo que publicamos en las redes, debemos ser cuidadosos en lo que respondemos, aludimos o referimos a través de ellas.
Responder con encono, agriar el tono de las observaciones y respuestas, agredir o responder con agresividad no contribuye al sano debate. De igual forma, no entender que quienes tenemos responsabilidades públicas estamos sometidos al escrutinio permanente sobre nuestras actuaciones y roles desde las redes sociales, es no entender en qué consiste actualmente la democracia y hacia dónde se dirige.
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