Redacción internacional.- El presidente del Gobierno España, Pedro Sánchez, deshoja la margarita sobre su continuidad, una decisión que en medio de una gran expectación y con todas las opciones abiertas comunicará este lunes presionado por la ola de solidaridad de dirigentes y militantes socialistas que, muy preocupados, le reclaman no dar un paso atrás.
Sánchez anunció el miércoles que se daba unos días de reflexión para meditar si merecía la pena seguir al frente del Ejecutivo tras la campaña de “acoso y derribo” que cree que protagonizan contra él PP, Vox y medios y organizaciones afines a la derecha y la ultraderecha y que incluye los ataques a su esposa, Begoña Gómez.
La apertura de diligencias por parte de un juzgado de Madrid tras la denuncia presentada contra ella por Manos Limpias por la supuesta comisión de delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios fue el detonante de su decisión de abrir la puerta a la dimisión.
Nadie, ningún ministro ni ningún dirigente del PSOE, incluso de su círculo más cercano, se atreve a augurar lo que ocurrirá, y todos los que se han pronunciado públicamente o han sido consultados por Efe coinciden en que no se puede descartar nada.
La sensación que transmiten es que Sánchez pensó en dimitir tras conocer la denuncia contra su mujer, pero que, para no actuar en caliente, decidió darse unos días de reflexión tal y como expuso en su carta a la ciudadanía.
No ha tenido agenda pública desde la tarde del miércoles, pero no ha estado aislado en Moncloa porque ha mantenido conversaciones con ministros y dirigentes de su partido, y también con líderes internacionales que le han mostrado su apoyo como el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
A la espera de que se despeje la incógnita, en Moncloa y Ferraz admiten que hay mucha preocupación por la decisión que pueda adoptar el jefe del Ejecutivo ya que confiesan que hay riesgo cierto de que dimita y algunos lo ven como la opción más probable.
Pero evitan hacer más cábalas sobre los escenarios posibles, que pasan por la continuidad del presidente, por el hecho de que la ligue a que prospere una cuestión de confianza, por una convocatoria electoral para la que tendría que esperar aún poco más de un mes, o por la renuncia y el consiguiente intento de investidura de otro representante socialista.
Debido al deseo de que la primera de esas opciones sea la que anuncie -pese a que eso llevara a la oposición a insistir en su argumento de que la reflexión era una decisión estratégica-, rechazan también elucubrar sobre la hipótesis de que Sánchez pudiera aspirar a un cargo en la UE como el de presidente del Consejo Europeo tras las elecciones a la Eurocámara del próximo 9 de junio.
Pero sí hay una apuesta generalizada de que si finalmente decidiera dimitir, la salida no sería una convocatoria electoral porque daría una oportunidad a quienes consideran que están detrás de la campaña contra Sánchez y su esposa.
Niegan que su actuación sea fruto de una estrategia política y afirman que es una cuestión personal y que se ajusta a lo que él ha asegurado, que debe decidir si merece la pena seguir aguantando los ataques ya no dirigidos contra él, sino contra su esposa, de la que sin “rubor”, aseguró en su mensaje de esta semana que seguía “profundamente enamorado”.
Desde que empezaron a publicarse informaciones en torno a la relación de Begoña Gómez con Air Europa sembrando la duda sobre un posible tráfico de influencias, Sánchez mostró en conversaciones privadas su malestar por la certeza de que se trataba de noticias falsas pero que pretendían usar a su esposa para hacerle daño a él.
Pero la apertura de diligencias judiciales fue la gota que colmó el vaso de su resistencia, le llevaron a cancelar varios días su agenda y abrió la puerta a una renuncia contra la que se han conjurado en el PSOE.
Este partido transformó la reunión de su Comité Federal del sábado prevista para aprobar la candidatura a las elecciones europeas en un acto de apoyo a su líder en el que se repitieron las llamadas a que no tire la toalla.
“Pedro, quédate”, fue el mensaje con el que la número dos del Gobierno y del PSOE, María Jesús Montero, abrió su intervención en ese cónclave socialista y el que secundaron el resto de dirigentes del partido y, en la calle, varios miles de militantes llegados a Madrid de toda España para apoyar a su secretario general.
Esa movilización confían en el Ejecutivo y en el partido que pueda despejar las dudas si es que las sigue teniendo y aún no ha tomado una decisión en firme, y se decante por anunciar que continúa en el cargo.
Su comparecencia este lunes en el Palacio de la Moncloa dará respuesta a los interrogantes y creen que, en todo caso, abrirá un tiempo nuevo.