La última víctima es una vecina del conjunto de favelas de «Alemao» herida de bala durante el choque entre agentes y los desaprensivos registrado en una unidad policial en la mañana de este viernes, de acuerdo con la Policía Militarizada.
Los agentes socorrieron a la mujer, que, sin embargo, llegó sin vida al hospital de la región donde fue conducida, según señaló la Secretaría de Salud de Río en una nota.
Según la versión de las autoridades, supuestos bandidos atacaron una dependencia policial en el conocido como «Complexo do Alemao», un deprimido conglomerado de favelas en el norte de Río, sin que los uniformados respondieran a los disparos.
Si bien testigos declararon a medios locales que la víctima fue herida mortalmente por tiros efectuados por la Policía.
Este incidente se produce menos de 24 horas después de la sangrienta operación que la Policía Civil y Militarizada realizaron en la misma zona para desarticular una banda dedicada al robo de vehículos y bancos, y que provocó la muerte de 18 personas.
Según las autoridades, 16 de los fallecidos en la acción, una de las más letales de la historia de Río, eran sospechosos. Las otros dos fueron una mujer de 50 años, vecina del lugar, y un cabo de la Policía Militarizada.
En su retransmisión de los jueves por redes sociales, el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, lamentó apenas la muerte del cabo de la Policía y cargó contra la Corte Suprema por un fallo que restringió las operaciones policiales en las favelas de Rio durante la pandemia de covid-19.
Sin embargo, en el último año se han sucedido diversas operaciones con un alto balance de fallecidos, denunciadas por organizaciones de derechos humanos debido a la brutalidad con la que se emplean las fuerzas de seguridad en Río de Janeiro.
En mayo pasado, otra veintena de personas murieron en otra redada policial en Vila Cruzeiro, y un año antes se registró la acción policial más letal en la historia de Río, con 28 fallecidos en la comunidad de Jacarezinho.
Los enfrentamientos entre policías y grupos criminales que disputan el control del tráfico de drogas son frecuentes en las áreas más empobrecidas de Río de Janeiro.