SIDNEY, Australia.- Llueve y se ha sentido brisa de huracán, pero el mal tiempo no ha impedido que disfrutemos la belleza de esta ciudad y que nos maravillemos con sus plantas y animales únicos, pero tampoco se ha evitado la pregunta que aparece cada vez que uno se descubre caminando kilómetros por una ciudad sin temor de un asalto, percibiendo orden y limpieza, sin apagones y sin niños pidiendo limosnas en las luces del tránsito. ¿Cómo esta isla descubierta siglos después que la nuestra ha logrado unos ciudadanos con uno de los índices de desarrollo humano más elevado del mundo?
Ventajas geográficas e históricas las tiene. Es la isla más grande del mundo (7.686.850km2) y no comparte su territorio con el vecino del más pírrico ingreso del planeta, tampoco tiene fronteras marítimas ni aéreas con los principales productores y exportadores de drogas, por lo que no padece las secuelas del narcotráfico.
No fue colonia de una España que se formó al momento de conquistarle y que de la esclavitud no evolucionó a una etapa liberal de la servidumbre, como lo hizo Inglaterra, que además bebió los avances de la revolución gloriosa y acunó la revolución industrial, que siguen siendo bases fundamentales del desarrollo de la humanidad.
Hoy no se distingue al hombre y a la mujer australianos buscando a una nación de blancos altos, el rostro de hoy es multicultural y multirracial, pero eso no se produjo por azar, Australia no se ha poblado de ilegales que cruzan un río y se establecen del otro lado, ni por parturientas de un país que alumbran en el otro, ni por el aprovechamiento de la mano de obra barata e ilegal, sino por una política de fomento de la inmigración.
En el periodo comprendido entre 1948 y 1975, recibió dos millones de inmigrantes asiáticos y europeos que no venían ni a abaratar la mano de obra ni a tumbarle empleos a los nacionales de ese país, sino que llegaban a satisfacer necesidades de ese mercado, cumplida su meta es uno de los países que más requisitos coloca para el otorgamiento de una visa, pese a que se alimenta de un gran flujo turístico.
Gente de todas partes del mundo incluye en sus anhelos visitar este país y viene encantada, aunque cenar, degustar espléndidos Shiraz, desayunar, tomar un taxi o un city tours es mucho más caro que en Nueva York o Madrid, sin embargo muchas empresas han acogido esta nación como sede de sus operaciones no solo por la favorabilidad geográfica sino, sobre todo, porque las reglas no cambian de un día para otro, y no toma más de 48 horas tener una empresa lista para operar sin sobornos ni tráfico de influencias.
La clase política tiene una tarea: garantizar que la competitividad y la capacidad creativa no encuentren obstáculos para promover la innovación tecnológica que es la que seguirá manteniendo a flote una economía que en veinte años no ha parado de creer ni en los peores momentos de la economía mundial.
Un sistema que opera bajo la tutela de una monarquía constitucional que mantiene por decisión popular a la reina Isabel II, como su monarca, ha probado que atraso no es conservar esa figura, atraso es cerrarse a la destrucción creativa que remueve monopolios y privilegios de los beneficiarios sempiternos del poder político y permite que nuevos actores amplíen la base del sistema productivo.