Aunque en las festividades de año nuevo se registró una reducción de 13 por ciento en el número de fallecidos, algo que debe ser reconocido, es significativo que la mayoría de víctimas y lesionados ocurrieron en accidentes de tránsito.
A pesar de todas las advertencias, de los llamados a actuar con cordura y de las medidas de prevención aplicadas por las autoridades, tuvimos un balance de 21 personas muertas y 589 resultaron heridas en accidentes de tránsito.
Es innegable por lo que ha estado ocurriendo en otros feriados y también por las estadísticas extraídas de los partes policiales todas las semanas, que estamos teniendo en el país una verdadera epidemia de accidentes viales, en gran parte protagonizados por motociclistas.
Muchos de estos conductores de dos ruedas y que tienen su cuerpo como chasis cada vez que tienen una colisión, andan como almas sin destino, a grandes velocidades y sin observar las más elementales normas de tránsito, ya que ignoran los semáforos, manejan a contravía y no respetan a los agentes de tránsito. El parque de motocicletas aumenta cada día, entre otros factores porque muchos hombres que no encuentran empleos en el sector público o en privado, debido en gran medida a falta de calificación, pero también a que las plazas laborales no han crecido en la medida de la demanda, recurren al llamado “motoconcho” para ganarse la vida y mantener a sus familias.
Se trata, no hay duda, de un fenómeno in crescendo y virtualmente indetenible por la masiva importación de motos, muchas de ellas contaminantes del medio ambiente, por lo que entonces se necesitan mejores mecanismos de control y regularización.
La nueva ley de tránsito, si se aplica de forma generalizada y sin una actitud selectiva o blandengue, puede contribuir a afrontar eficazmente este desorden. En última instancia, los principales beneficiarios serán los propios motoristas, pues tendremos mejores posibilidades de prevenir accidentes y salvar vidas.
Como hemos señalado en otras oportunidades, hay una palabra clave de la cual dimanan acciones que pueden contribuir a prevenir hechos lamentables que ponen en peligro la seguridad particular e individual, además de causar dolor y angustia cuando tienen balances trágicos.
Aunque nadie aprende en cabeza ajena y generalmente la gente no se lleva de consejos, no nos cansaremos de formular nuevos llamados a la prudencia para evitar accidentes en las carreteras, ahora a propósito del “puente” que se hace para disfrute, ocio y viajes aprovechando el feriado del día de Reyes, que debe ser una ocasión propicia para compartir en familia con niños, adolescentes y también adultos con almas de niños, ofreciendo no solo regalos materiales sino lo más bello y trascendente, el calor afectivo que da unidad y sustento a la célula más elemental e importante de la sociedad. Que sea un compromiso de todos y de todas como ahora suele decirse, a pesar de las normas de la Academia Española.
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