Igual que con el infierno del tránsito, las huelgas de médicos y otros lisios, un sindicato es la causa raíz del deplorable estado de la instrucción pública básica y media. El principal obstáculo al mejoramiento de los maestros y la medición de resultados de su trabajo, es la Asociación Dominicana de Profesores (ADP). Este politizado gremio es financiado mediante cuestionables e ilegales deducciones del salario de los maestros, que su sindicato pellizca salarialmente. El descuento vía las nóminas del ministerio de Educación es una barbaridad injustificable. ¿Cuántos maestros darían voluntariamente parte de sus salarios a un sindicato enemigo de la educación? El economista Jaime Aristy Escuder refirió ayer que “la educación es el determinante más significativo de la innovación, el progreso tecnológico y, por tanto, del crecimiento económico” y que está “confirmado empíricamente que el nivel educativo guarda estrecha y positiva relación con la remuneración laboral” de los educandos al ingresar al mercado laboral. En consecuencia, dice Aristy, es imprescindible mejorar al capital humano. Dirán que es una perogrullada, pero muy escandalosa pues Jaime también recordó que desde 2013 el Gobierno invierte el 4% del PIB en la educación preuniversitaria, sin lograr algún avance significativo y medible en la instrucción pública. Es difícil olvidar aquella frase electoral gringa, “it’s the economy, stupid!”, al pensar que el penoso nivel de nuestros estudiantes “es por la ADP”, cuyos maestros transmiten a sus estudiantes con imperdonable virulencia su vergonzosa estupidez.
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