REDACCIÓN.- Un estudio liderado por el profesor Alexander Jensen, de la Universidad Brigham Young (BYU), y publicado en Psychological Bulletin ofrece una perspectiva innovadora sobre un tema que, aunque a menudo es parte de conversaciones informales, tiene un impacto profundo en la dinámica familiar: el favoritismo parental. La investigación analizó datos de 19,469 participantes provenientes de diferentes países para determinar qué factores influyen en el trato diferencial que los padres otorgan a sus hijos.
El favoritismo parental, también conocido como Tratamiento Diferencial Parental (PDT, por sus siglas en inglés), se refiere a las diferencias en cómo los padres tratan a sus hijos en términos de afecto, recursos, disciplina y autonomía. Según el estudio, estas diferencias pueden tener consecuencias significativas en el desarrollo emocional, social y académico de los hijos, así como en la dinámica de las relaciones entre hermanos.
La investigación se centró en cómo el orden de nacimiento, el género, el temperamento y la personalidad de los hijos influyen en el favoritismo parental. Además, exploró cómo estas asociaciones varían dependiendo de la edad del niño, el género del padre y el dominio específico de la crianza.
Esta dinámica puede estar relacionada con estereotipos de género implícitos que influyen en la crianza. Investigaciones previas han demostrado que las niñas suelen ser vistas como más cooperativas y emocionalmente accesibles, lo que podría hacerlas más fáciles de criar desde la perspectiva de los padres.
Sin embargo, en términos generales, los hermanos menores son percibidos como los favoritos en aspectos como el afecto y la cercanía emocional. Esta diferencia en el trato puede generar tensiones entre hermanos y afectar su autoestima, especialmente en los casos donde el favoritismo es evidente.
En contraste, los hijos con rasgos de neuroticismo (inestabilidad emocional) o extroversión no muestran una asociación clara con el favoritismo parental. Esto sugiere que, mientras algunos rasgos de personalidad pueden facilitar un trato preferencial, otros no tienen un impacto significativo en la dinámica familiar.
El estudio también analiza cómo factores como la edad del niño, el género del padre y el tipo de crianza influyen en el favoritismo. Por ejemplo, los padres tienden a favorecer más a los hijos mayores en contextos donde se requiere autonomía y control, mientras que las madres muestran un favoritismo más marcado hacia las hijas en interacciones afectivas.
Otro hallazgo relevante es que los padres son más conscientes del favoritismo que los propios hijos. Esto sugiere que las diferencias en el trato pueden ser implícitas y no siempre evidentes para los niños, aunque las consecuencias psicológicas pueden ser profundas.
El favoritismo parental puede tener efectos tanto positivos como negativos. Los hijos que reciben un trato preferencial tienden a mostrar mejores resultados en áreas como la salud mental, el éxito académico y la regulación emocional. Sin embargo, este favoritismo también puede generar resentimiento y conflictos entre los hermanos, especialmente cuando las diferencias son percibidas como injustas.
Por otro lado, los hijos que reciben un trato menos favorable pueden experimentar problemas de autoestima, más conductas problemáticas y relaciones familiares más tensas. Estos efectos pueden extenderse a lo largo de la vida, influyendo en cómo los individuos manejan sus propias relaciones interpersonales y familiares en el futuro.
Con base en estos hallazgos, los investigadores destacan la importancia de que los padres sean conscientes de las diferencias en su trato hacia sus hijos y trabajen para minimizar su impacto negativo. Esto incluye:
Fomentar la equidad: Asegurarse de que todos los hijos reciban atención, apoyo y recursos de manera equilibrada.
Reconocer las diferencias individuales: Adaptar la crianza a las necesidades únicas de cada hijo sin que esto se traduzca en favoritismo.
Promover el diálogo: Crear espacios donde los hijos puedan expresar sus emociones y percepciones sobre el trato recibido.
Buscar apoyo profesional: En casos donde el favoritismo sea evidente y afecte la dinámica familiar, es recomendable acudir a un terapeuta familiar.
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