SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El hecho de que República Dominicana se vea involucrada en un escándalo internacional por un pasaporte diplomático en manos de un franco-libanés acusado de corrupción, revela hasta qué punto ha llegado la impunidad en nuestro país y lo que se consigue con unos cuantos millones.
Según las informaciones de la Dirección de Pasaporte, el documento es un machete, o sea arreglado de forma falsificada, aunque la libreta sea real. Dichas libretas diplomáticas sólo las expiden Cancillería y los consulados en el extranjero.
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Son muchas las preguntas que salen a flote y que deberían tener respuesta en algún momento:
¿Quién lleva el control de estas libretas?
No debería haber un registro cruzado con la Dirección de Pasaportes?
¿En manos de cuántos otros facinerosos, que cometen toda clase de acciones criminales y bochornosas, habrá pasaportes que les permiten moverse con inmunidad diplomática?
¿Cuántas personas tienen acceso a estas libretas diplomáticas?
No es la primera vez que documentos oficiales llegan a manos de delincuentes. Recordemos uno de los casos más sonados, el del narcotraficante José David Figueroa Agosto, quien ostentaba un carnet nada menos que del DNI.
Hace unos años también vivimos el caso de pasaportes diplomáticos expedidos a personas que no calificaban para ostentarlos.
Todo por un módico precio. En este caso del franco-libanés Ziak Takieddine se reporta la suma de 10 millones de pesos, cifra que no alcanza los 250 mil dólares, una cantidad irrisoria para cualquier delincuente que quiera infiltrarse en nuestro país sin dejar huella alguna y vivir plácidamente.
De no ser atrapado, este siniestro personaje, dedicado a traficar con armas, se hubiese salido con la suya, al igual que otros bandidos que han utilizado nuestro país como refugio en el pasado.
Todo esto nos desacredita ante el mundo como una nación donde, por corrupción y debilidades institucionales, forajidos y mafiosos internacionales encuentran un paraíso para cometer, con impunidad y protección, sus infamias y fechorías. ¿Podremos algún día comenzar a cambiar esta penosa imagen?