¿Pregunto?, ¿no pregunto?, le dije a mi compañero en Ágora. ¿Cómo no voy a preguntar? Estamos en la conclusión y aún los temas de las mujeres no han aflorado. Más que una respuesta, necesitaba desahogarme. En voz baja pero enérgica me dijo: “Lillian, sé tú, sé tú misma”. Sus palabras fueron un resorte, me levantaron de la silla, era un escenario que no podía desperdiciar. Levanté la mano como si pretendiera tocar el cielo. Espero no sea otro intento fallido, pensé. Dios Santo, tengo la responsabilidad de darle voz a millones de mujeres.
Ágora, Alicia Ortega, mi persistencia y las Diosas gestionaron mi participación. Tener a la disposición cuatro líderes políticos: Eduardo Estrella, Ito Bisonó, Pelegrín Castillo y Max Puig, más un escenario de 100 líderes nacionales, es una oportunidad que no iba a desaprovechar.
Cuando me dieron la palabra no lo podía creer. Una voz interna gritó: “Mami, no me dejes sola”. Me levanté, miré a cada uno de los líderes políticos, respiré profundo y les cuestioné: “El dengue y el cólera son considerados y atacados como un problema de Estado, lo que no ha ocurrido con la muerte de mujeres por femincidio o por mortalidad materna, dentro de ella la muerte por abortos clandestinos, a pesar de haber fallecido muchas más personas por estas causales. ¿Cuáles serían sus políticas para enfrentar estos flagelos? La respuesta de los aspirantes a la presidencia develó lo que sospechamos; en su imaginario, las mujeres como sujeto de derecho no existen. Los cuatro dirigentes lucían perdidos.
Eduardo Estrella limita la violencia contra la mujer a un problema económico; no recuerda el asesinato cometido por un alto dirigente de su partido de entonces a su esposa en el estacionamiento de un hotel. Ito Bisonó responsabiliza la familia de los problemas de violencia contra la mujer. No especificó a qué familia se refería. En nuestro país, la mujer es jefa de hogar en el cuarenta por ciento de los casos. Pelegrín recurrió a un difuso anteproyecto de ley. Respondieron como Cantinflas, patinando.
Ninguno pareció haber escuchado las demandas sobre la mortalidad materna. Para ellos la sexualidad y reproducción de las mujeres no se nombra, no es estratégico. Max Puig se entretuvo en temas de seguridad ciudadana, sólo atinó a enunciar las palabras “salud sexual y reproductiva”.En sus ponencias Danilo Medina e Hipólito Mejía omitieron los problemas de salud y vida de las mujeres. Respuestas patéticas para las causas principales de muerte y sufrimiento de las mujeres de la mitad de la población. Quizás porque los hombres maltratadores también votan.