El movimiento social y político a favor del 4 por ciento del PIB para la educación, que ganó fuerza en diciembre al calor de la coyuntura de desencanto general por la crisis económica, entrará –si no ha entrado ya– a la curva del desvanecimiento, a pesar de advertencias contrarias de dolientes reales, oportunistas, políticos encubiertos y de unas elecciones presidenciales a la vuelta de un año.
Y será así por el desgaste natural que provoca el paso del tiempo, por los naturales apremios personales de sus promotores y por algo que ha recordado en el televisual La Silla Roja el empresario Ignacio Martínez: el dominicano es muy dócil y tiene una memoria frágil, olvida rápido. Olvido que llegará más temprano –pienso– en la medida en que el Gobierno muestre hechos educativos que desintegren los ataques.
La inevitabilidad del cansancio pronosticado aconseja entonces montarse ahora sobre la ola del sonoro “4 por ciento” para reverdecer (o re-amarillecer) y proyectar la lucha a futuro en aras de una sociedad mejor.
¿Cómo? Con más jornadas de reclamos en cuantas áreas relacionadas con la educación doméstica y formal se identifique. Porque mucha tela queda por cortar en el mundo de los valores, la responsabilidad social y el cumplimiento de la ley.
Muestras a su vista:
4 por ciento de conciencia, con fanfarrea y todo, para los transeúntes que obvian los puentes peatonales y cruzan las avenidas, desafiando las altas velocidades del tránsito citadino. En términos de costo-beneficio, esas infraestructuras con aspecto de insectos son innecesarias, salvo que sea para camas de dementes, guaridas de ladrones y mercaditos aéreos. Tal vez una de cada diez personas las usa, pese a que la mayoría fue edificada tras agrias protestas comunitarias con resultados trágicos de gente útil, bajo el argumento creíble de los choques mortales a ancianos, jóvenes, niños y preñadas en intentos fallidos por atravesar las avenidas…
Y 4 por ciento de responsabilidad para la autoridad que se hace la ciega, sorda y muda frente la sinrazón de tales usuarios.
4 por ciento de vergüenza a los guagueros, concheros y taxistas que se adueñan de cada esquina y del carril que les dé la gana, en desmedro de los demás conductores. Porque con ese desorden no habrá solución al fatal tránsito aunque el Gobierno construya cien mil metros, túneles, elevados, autopistas, bulevares…
Y 4 por ciento de censura a la autoridad temerosa de tantos desaguisados, y a la oposición por celebrarlos a cambio de votos en las urnas.
4 por ciento para los encopetados que desde sus yipetas y autos en marcha lanzan basura a las avenidas y carreteras como si fueran vertederos personales…
Y 4 por ciento para una campañita educativa que les enseñe los modales más elementales.
4 por ciento de ayuno por la desaparición de la versión dominicana del “Viejo Oeste” tan de moda en estos tiempos; por el retorno a la diversión sana sin la zozobra que provocan los Lee Van Cleef posmodernos…
Y 4 por ciento de muecas a parte de la autoridad que los aúpa con total indiferencia.
4 por ciento de sórdidos aplausos a los mototaxistas y similares que usan un casco protector de juguete colgado en el antebrazo derecho, cual lujo, porque con eso satisfacen a los AMET, no a sus vidas. Nada que decir de sus acompañantes (uno, dos, tres, cuatro…), si sus cráneos son el parachoque fundamental cuando embisten al pavimento…
Y 4 por ciento de solidaridad con la autoridad para que acabe de una vez por todas con esta desgracia.
4 por ciento para celebrarles fiestas a quienes, BB en manos, textean o hablam mientras conducen, sin importar que los de atrás se mueran de desesperación al no poder cruzar los semáforos en verde o avanzar en elevados, túneles y carreteras.
Y 4 por ciento de esfuerzos para que ley de tránsito sea igual para todos y para que coroneles de AMET no amonesten a los agentes que traten de sancionar a sus amantes y/o parientes infractoras.
4 por ciento de sinergias para no callar la delincuencia en el barrio y en el residencial…
Y 4 por ciento de censura para autoridades y los habitantes de barrios y residenciales que se confabulan con los malhechores a cambio de unas cuantas monedas y la vigencia de un pacto de no agresión.
4 por ciento de lucha sistemática para crear leyes que penalicen de manera automática no solo a los sicarios, narcos, violadores y ladrones del erario, sino a sus jefes intelectuales y a los abogados que los defienden. Porque, ¿quiénes serían más criminales y más peligrosos para la sociedad? ¿Los primeros, que con sus acciones matan muchos indefensos… o los segundos que, bajo una sombrilla legal, construyen un monumento gigante de mentiras para enriquecerse a costa de “sus clientes” aunque se hunda el mundo?
Y 4 por ciento de repudio a los alegatos de garantía del derecho a la defensa que tienen antisociales de alta peligrosidad.
4 por ciento de rechazo a la plaga de colegios privados caros que no pasan de ventorrillos de la peor calidad…
Y 4 por ciento de respaldo militante al Ministerio de Educación para que regule esos negocios sin adocenarse…
4 por ciento de nutridas concentraciones y marchas en contra de las empresas que engañan a los consumidores: desde las gaseras hasta las expendedoras de alimentos y otros productos…
Y 4 por ciento de ejercicios conjuntos del Estado y el sector privado en contra de tan grave engaño.
4 por ciento de lucha diaria para que encarcelen a los responsables del latrocinio histórico (de todas las épocas) a la empresa eléctrica estatal…
Y 4 por ciento de lucha tenaz contra la doble moral y los ídolos falsos hechos a golpe de loas mediáticas pagadas con dinero del pueblo.
4 por ciento de voluntad para el desarrollo de la frontera, en especial el turismo de Pedernales…
Y 4 por ciento de exigencias para que el ministro del área concrete siquiera una de sus cuchumil promesas celestiales de desarrollo formuladas ante la comunidad pedernalense.
Ha comenzado el 2011. Este país es una verdadera ricura, pero sería mejor sin vendas en los ojos para ver y enfrentar con responsabilidad ciudadana estos y otros pesares.
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