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Esto es lo que sucede cuando, por fin, dejas una relación tóxica

Una relación tóxica desgasta, vulnera la propia identidad, diluye las autoestimas y deforma el concepto básico y esencial de lo que es el amor auténtico, el respeto más noble y el sentido de la convivencia

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REDACCIÓN.- Una relación tóxica desgasta, vulnera la propia identidad, diluye las autoestimas y deforma el concepto básico y esencial de lo que es el amor auténtico, el respeto más noble y el sentido de la convivencia.

Sabemos que la palabra “toxicidad” está de moda. Que muchos manejamos casi de forma desmedida esta expresión para designar conductas abusivas, controladoras o causantes de malestar emocional hacia los demás.

Sin embargo, hemos de analizar con cuidadoso detalle a cada persona antes de dejar caer este término de la psicología popular –nunca la científica–.

Y es que, en ocasiones, tras un comportamiento puntual puede existir en realidad algún trastorno afectivo o de personalidad que necesitaría otro tipo de atención y, por tanto, de consideración.

Con todo ello queremos, decir antes que nada, que debemos ser cautos.

Personas complejas y relaciones complicadas las hay en abundancia.

Sin embargo, esos vínculos donde una persona en concreto actúa como epicentro de malestares, de torbellino de abusos e incluso de maltratos psicológicos, conforman, sin duda, la auténtica arquitectura de una relación tóxica.

Si alguna vez has pasado por ello y has logrado salir de esta dinámica, ya sabrás que el proceso no es nada fácil.

Hoy en nuestro espacio queremos hablarte de ello.

Queremos, ante todo, dejar claro que el simple hecho de cortar este vínculo lesivo con una pareja tóxica no supone ni mucho menos experimentar una felicidad y un bienestar inmediato.

Tras una relación tóxica queda una herida

Imaginemos por un momento a una persona que está siendo llevada de la mano por un bosque muy espeso, lleno de ramas y zarzales.

Esa persona se deja llevar porque confía en la otra. Sin embargo, sabe que ese viaje es agotador, que le falta el aire, que las ramas dejan heridas en su piel…

Nada de lo que ve a su alrededor en esa travesía le parece hermoso, ni esperanzador.

Al final decide desprenderse de esa mano, alejarse para sentirse libre, para recuperar su felicidad y permitir que la otra persona avance sola por otro camino diferente.

Cuando lo hace, experimenta cosas muy intensas, a la vez que contradictorias:

Apenas se reconoce a sí misma: Como resultado de ese viaje traumático le han quedado muchas cicatrices y heridas que aún están abiertas.

Se siente cansada, agotada… Le falta el aliento y no tiene más remedio que quedarse un tiempo quieta para recuperarse.
Se ha quedado en un punto del bosque donde no sabe orientarse. No sabe qué dirección tomar ahora.

Con este sencilla imagen queremos dar a entender algo muy básico sobre lo que reflexionar:

Tras salir de una relación tóxica, esa mujer o ese hombre hallará alivio, no hay duda. Sin embargo, la sensación de bienestar no será inmediata.

Lo que sentirá es la necesidad de recogimiento, de reencontrarse consigo mismo, de localizar sus heridas, reflexionar, de pensar en qué punto de su vida se encuentra y qué debe hacer ahora.

Tiempo para sanarme, tiempo de recogimiento

Lo último que debe hacer una persona tras dejar atrás una relación tóxica es hallar un bálsamo en una nueva relación.

Nadie puede sanarse dejándose llevar por una relación inmediata.

No lo es, en primer lugar, porque ninguna persona está obligada a remendar nuestras heridas, a ser nuestra anestesia, nuestro remedio para olvidar.

Lo adecuado es darnos un tiempo para hacer ese viaje interior, para recobrar la autoestima, reparar la identidad, nutrir las ilusiones y la confianza en uno mismo.

Debemos dejar a un lado odios, miedos y frustraciones para emerger de nuestras caracolas de intimidad mucho más fuertes.

Lo queramos o no, debemos formalizar un tipo de duelo muy concreto donde desahogar emociones, canalizar la rabia y, poco a poco, desarrollar esa actitud resiliente donde recordar lo que valemos y lo que merecemos.

Solo cuando nos amemos de nuevo a nosotros mismos estaremos preparados para dejarnos encontrar por la persona acertada.

Mi dignidad no acepta rebajas ni nuevas relaciones tóxicas

Caer en las mismas dinámicas abusivas y desgastantes es más común de lo que pensamos.

Algo así responde a un hecho muy concreto sobre el que reflexionar: debemos aunar una buena autoestima y recordar que nuestra dignidad no se vende, no se compra, no se deja en bolsillos ajenos ni admite rebajas.

Pocos principios de bienestar psicológico son tan importantes como recordar que merecemos lo mejor, que amar no es sufrir y que, antes de padecer un amor insano, egoísta y dañino siempre será preferible una soledad en armonía.

Para concluir, con todo lo señalado con anterioridad queremos dejar claro que el simple hecho de dejar una relación tóxica no nos va a otorgar una felicidad inmediata.

Fuente: Mejor con Salud

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