Cuanto en esta República Conchoprimesca el absurdo llega, como en estos días, a los niveles máximos (por ejemplo, el Ministro de las Fuerzas Armadas ha devenido en un simple guachimán de la Plaza de la Bandera), conviene levantar la mirada al cielo y pensar que todo esto es pasajero; que la felicidad común podrá jamás podrá alcanzarse en un vulgar cuatrienio de gobierno; que la esperanza de redención de un pueblo no está contenida en una boleta electoral, y que esto que vivimos llegará a ser, para los que acaban de llegar y lleguen más adelante, un triste y remoto pasado. (Esto nos da más fuerza para seguir adelante).
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