Debemos con acciones adecentar la política, pero para eso se necesitan precisamente políticos decentes, quizás una nueva generación que comprenda que al llegar a un puesto público como diría Charles de Gaulle “se heredan los problemas del ayer, los intereses de hoy y las esperanzas del mañana”.
Evitemos la política que se hace desde el barro y las cloacas, sin ningún tipo de decencia y dejando atrás la vergüenza, la ética y la palabra empeñada, siempre será mejor una propuesta para solucionar una debilidad histórica que nos afecta, a una simple crítica vacía y electorera.
Identifiquemos y rechacemos la demagogia, no caigamos en el libertinaje, pues eso puede llevarnos a un estado de putrefacción social irreversible donde quienes dirijan los destinos de la nación lo hagan en base a la degeneración y el populismo.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email