Redacción internacional.- Gerry Garbulsky, se asocia rápidamente con la organización TED, dedicada a nivel global a difundir ideas a través de charlas de figuras destacadas, en muchos casos, líderes globales. El también licenciado en Física por la Universidad de Buenos Aires y doctor en Ciencia de Materiales por el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), mantuvo con La Fórmula Podcast, Garbulsky consideró que en las escuelas deberían enseñarse buenos hábitos porque “el éxito, a la larga, no viene de una gran pasión, de una gran vocación, viene de haber desarrollado los hábitos correctos” y explica cómo los malos comportamientos cumplen un “rol” en determinadas etapas de la vida y de qué forma podemos comenzar a modificarlos.
—Hablemos de hábitos. ¿Qué es un hábito y cómo se crean?
—A mí lo primero que me impactó sobre los hábitos es que más o menos la mitad de las cosas que hacemos todos los días las hacemos en piloto automático. Eso quiere decir que es un comportamiento, son cosas que hacemos, pero que no tomamos la decisión consciente de hacerlas, suceden porque algo del entorno o algo interno nuestro nos disparó ese comportamiento que después repetimos. Los hábitos son justamente esos comportamientos automáticos que hacemos sin pensar y que adquirimos durante la vida. Es decir, no son genéticos, no son cosas que tenemos en nuestro ADN, son cosas que fuimos desarrollando durante la vida.
Una de las cosas fantásticas que tenemos los seres humanos es la corteza prefrontal, que es la parte de nuestro cerebro evolutivamente más reciente y que nos diferencia de otros animales más simples, que nos permite pensarnos a nosotros mismos, imaginarnos el futuro, ponernos en el lugar del otro, tener pensamientos abstractos, etc. Esa parte del cerebro está buenísima pero tiene un pequeño problemita y es que no puede hacer muchas cosas a la vez, es más, hacemos de a una cosa por vez. Los que dicen “yo hago multitasking” no le creo, lo que están haciendo es saltar de una cosa a la otra todo el tiempo. Como sólo podemos decidir o pensar una cosa por vez, hay muchas cosas importantes que tenemos que hacer y que no podemos estar decidiendo todo el tiempo porque no tenemos mucho ancho de banda. Entonces la evolución natural desarrolló un mecanismo por el cual cuando un comportamiento nos funciona entonces lo automatizamos. Si tuviste un problema e hiciste una vez un comportamiento y te funcionó, lo repetiste, a la tercera o cuarta vez que te funcionó, listo, ya no hace falta pensarlo la próxima vez que tengamos el mismo problema. Lo que hace nuestra mente, de manera totalmente inconsciente es automatizarlo.
—Siempre pensé que el hábito tenía que ser funcional a algo. Por ejemplo el enojo no es práctico ni funciona ¿por qué igual lo automatizamos?
—En general los hábitos que tenemos incorporados, en algún momento nos sirvieron para algo. Te doy un ejemplo que puede transformarse en una adicción, que es el cigarrillo. La mayor parte de la gente que fuma empezó a fumar de adolescente y en general cuando empiezan a fumar de adolescentes, por más que le dicen “no es bueno para tu salud” la gente dice que le ayuda a socializar, a soltarse, dicen “me siento más grande”, “yo soy inmortal”, como sienten los adolescentes “y si quiero dejo”. Después se dan cuenta de que fue un error, lo que pasó es que ese fue un comportamiento que en su momento jugó un rol, en ese momento dijimos “no le presto atención a esto, porque lo pagará mi yo del futuro, preocupación de otro”. Después se da cuenta de que es difícil dejar de hacerlo. Entonces hoy, una de las formas para dejar de fumar es preguntarse ¿por qué fumo? Y si recordás que fumas para algo que ya no es relevante en tu vida, es una puertita de entrada para dejar, es más complejo que eso porque es una adicción, pero a veces hay mucho de los comportamientos que tenemos ahora que son hábitos malos, hábitos que conscientemente no nos gustaría tener, que los empezamos a tener por alguna razón del pasado, que en muchos casos ya no es válida. Entonces muchas formas de desarmar esos malos hábitos y tratar de desterrarlos de nuestra vida empieza por ahí.
—Respecto de los malos hábitos, te doy un ejemplo que me pasa a mí. A veces tengo atracones, y todo lo que viene después (sentirme mal, dolor de panza, culpa) es mucho más intenso que los minutos de gratificación, pero igual vuelvo a hacerlo ¿por qué la emoción negativa no es lo suficientemente fuerte como para no repetirlo?
—Una forma de ver o diferenciar los hábitos buenos de los malos es intuitiva, uno sabe que este hábito me hace mal o este otro está buenísimo, lo quiero mantener. Pero algo que me parece un poquito más interesante es quién paga el costo y quién tiene el beneficio. En los buenos hábitos, en general, el costo lo paga tu yo del presente y el beneficio lo tiene tu yo del futuro. En los malos hábitos es al revés, tu yo del presente la pasa bárbaro y el que paga las cuentas es el yo del futuro. Y lo interesante de esto es que hay muchos estudios que aseguran que para nuestra mente el yo del futuro es más parecido a un extraño que a nosotros mismos,
En uno de esos estudios pusieron a distintas personas dentro de resonadores magnéticos, y les pedían que pensaran en sí mismos y se fijaban qué zonas de su cerebro se activaban. Después les dijeron: “ahora pensá en un extraño, en alguien conocido, pero lejano” y se fijaban qué otras zonas del cerebro se activan. Luego le pedían: “pensá en tu yo de dentro de un año” y resultó que las zonas del cerebro que se activaban eran mucho más parecidas a las de un extraño que a las de uno mismo. Eso quiere decir que para nosotros, para el yo que está decidiendo ahora, el yo del futuro es un extraño y no me importa que tenga que pagar las cuentas, que tenga que pagar la hipoteca por lo que estoy gastando ahora.
— Hablamos mucho de Inteligencia Artificial y escuche en una charla tuya que a medida que avanzaban las tecnologías, íbamos tercerizando nuestras capacidades y que ahora está en riesgo tercerizar nuestros pensamientos. ¿Es así?
—Claro. Es una tecnología que a mí me encanta porque nos hace preguntas. Todas las tecnologías nuevas nos han hecho preguntas y en general la pregunta era “¿es buena? ¿es mala?” y al final decíamos “la tecnología no es ni buena ni mala, los que somos buenos y malos somos nosotros, es cómo la usamos”, y eso es verdad y también es verdad de la inteligencia artificial, pero a mí me gustan más las tecnologías que nos hacen preguntas profundas, y la pregunta que creo que nos está haciendo la inteligencia artificial es “¿qué es lo humano?, ¿dónde empezamos y dónde terminamos?”. Entonces, mientras que la calculadora hizo que no tuvieras que hacer multiplicaciones o divisiones complejas a mano y nos ahorró tiempo, también estaba bueno hacer las divisiones complejas, pero tampoco es tan fundamental y hoy lo hacemos con la calculadora.
Pero la inteligencia artificial se mete con lo que es más humano de todo, que es la inteligencia, justamente, es la capacidad de pensar soluciones a problemas que nunca antes pudimos resolver, ser creativos en general, y encontrar nuevas formas de hacer las cosas. Cuando la inteligencia artificial se mete con algo que ya es tan humano ¿qué nos queda a nosotros? Porque cada vez que venían las tecnologías anteriores decíamos “bueno, por lo menos nosotros somos los únicos que podemos pensar y eso todavía no está en riesgo”: ahora está en riesgo.
—Tengo una frase tuya que me dejó pensando y me encantaría si podemos profundizar en ella: “Tarde o temprano te transformas en el promedio de las diez personas que te rodean”.
—Somos animales sociales y nos gusta estar con gente y nos gusta sentir afiliación con nuestro grupo, y eso hace que tarde o temprano nos parezcamos a la gente que está a nuestro alrededor, para cosas buenas o malas.
Hay ciertas relaciones que no las podes tocar, que son difíciles, que son constitutivas de tu familia, pero nuestros amigos sí los elegimos, consciente o inconscientemente, y está bueno acercarnos a gente que nos haga bien. Y yo creo que gente que nos hace bien es gente con la que nos gusta estar, con la que la pasamos bien, gente que nos respeta, que nos enseña, a la cual podemos respetar y enseñar, pero también gente a la cual, de alguna manera y en algún aspecto, nos gusta o nos gustará parecernos en el tiempo, no porque queramos ser todos iguales, porque la diversidad es espectacular, pero sí porque hay algo que admiramos de cada una de esas personas. Entonces esa frase también tiene que ver con los hábitos. Una de las herramientas que cuento mucho en el curso de hábitos es que, si vos querés cambiar un hábito, te sugiero que estés cerca de la gente que ya tiene ese hábito porque te va a ser más fácil desarrollarlo.
—Por último, te invito a sacar una cartas de tu propio juego, ”Aprender de grandes”, ¿te animas?
— Sí.
—La carta dice: “¿Qué debería enseñarse en las escuelas que no se está enseñando?”
—Me parece que está bueno en las escuelas enseñar a desarrollar buenos hábitos. Como los hábitos son lo que hacemos en la mitad de nuestro tiempo, midas como midas el éxito, el éxito a la larga no viene de una gran pasión, de una gran vocación, viene de haber desarrollado los hábitos correctos. Si tenés los hábitos correctos todos los días vas a estar haciendo eso, y eso te va a llevar a crecer muchísimo a lo largo de la vida. Si sólo dependes del esfuerzo de un día eso no te va a llevar a ningún lado, a lo sumo te ayudará a aprobar un examen en la facultad. Estaría bueno que en las escuelas se enseñe un poquito más, a desarrollar los hábitos que te gustan, que para vos son buenos, y que te ayuden a transformarte en quién querés ser, eso vale muchísimo más que aprender alguna cosita más de los ríos de Europa. Está bien saber sobre los ríos de Europa, pero si tenemos conocimiento sólo enciclopédico va a ser difícil hacer que los sueños se hagan realidad.