Mientras ardía Loma Miranda, la pena se apoderó de “Mamá Carmen”, nacida y criada en la LLOVEDORA, figura emblemática de la resistencia de las comunidades en lucha.
Sus lágrimas reflejan el drama colectivo, puesto que no existe un indicador más veraz que el tono del alma de esa bondadosa señora para medir la angustia de quienes tienen años luchando tenazmente por la preservación de ese reservorio de agua y vida.
A las pocas horas del siniestro nadie puso en duda que la mano peluda de ARTICULO CENSURADONIQUEL FALCONDO estuvo en la promoción de esos incendios y muy pronto pudo confirmase, como aprovechándose de la sequía y de las quemas que le precedieron, esa empresa malvada procedió soterradamente a sembrar los focos que dieron origen al incendio.
Entonces, el dolor se convirtió en indignación y el corazón de Mamá Carme estuvo a punto de estallar. La pregunta obligada es ¿por qué tanta vocación destructiva y tanto apego a la cultura de la muerte? No se trata de nada individual, menos de algo simplemente emocional.
Estamos frente a un plan fríamente calculado, movido por intereses imperiales en una época de singular voracidad y violencia destructiva del gran capital transnacional y los Estado que lo representan; carentes sus enriquecidos países centrales de una significativa parte de los recursos naturales imprescindibles para prolongar el modo de vida y su regímenes de injusticias, desigualdades, violencias y derroches.
FALCONDO no ha logrado obtener la autorización para explotar Miranda y abrir las compuertas del saqueo de la Cordillera Central concesionada, debido al elevado costo político que implicaría para el régimen de turno, más después de aprobada en el Congreso la ley que la declaraba Parque Nacional.
En su lugar se orquestó una conjura del Presidente Medina con esa corporación, la Cámara Minera, CONEP y la Asociación de Bancos, para imponer el veto presidencial y dar paso a la estrategia de degradación de Loma Miranda a base de talas, envenenamiento de especies, fuego, amenazas contra el Campamento y terror militar y paramilitar contra las comunidades; la cual persigue deteriorar ese tesoro natural para tratar de fundamentar una nueva ofensiva a favor de la explotación minera en esa zona.
Las lágrimas de “Mamá Carmen”, la fragilidad de su sensible corazón…nos convocan a abrazarla para insuflarle la indignación colectiva, estableciendo categóricamente la culpa política de ese crimen ecológico en el presidente que vetó la ley, exigiéndole ahora que FALCONDO salga de Loma Miranda para ser oficialmente Parque Nacional.
Nota: esta versión condensada de lo acontecido en Miranda estaba destinada a mi columna dominical en EL NACIONAL, cuyos responsables en materia editorial lo estimaron como un artículo “muy duro”, riesgoso legalmente, para ser publicado en ese diario; una manera del gran capital concebir la libertad de expresión, la cual muchos/as lamentablemente no compartimos. Conserva su pertinencia ante el recient intento de incendio en otro punto de la loma.