REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Un jinete de 43 años, que desde el pasado 23 de marzo se encontraba en estado crítico luego de ser atropellado por una conductora en presunto estado de embriaguez en Loíza, falleció el martes a causa de sus heridas.
El hombre había sido identificado por la Policía como Eduardo Álvarez Sosa, quien era ingeniero y tenía su propia empresa.
Álvarez Sosa, casado y padre de dos hijos, se encontraba recluido en el Hospital de Trauma del Centro Médico en Río Piedras desde el día del incidente. El accidente cobró, además, la vida de José Jaime Díaz Serrano, también de 43 años, y los dos equinos en los que ambos viajaban.
Según fuentes de El Nuevo Día, mientras se encontraba en el hospital, el hombre recibió visitas de múltiples personas que ofrecieron oración por su pronta recuperación. La familia de Álvarez Sosa, por su parte, agradeció las muestras de apoyo hacia él, mientras clamaron para que se haga justicia.
La investigación de la Policía apunta que a las 11:35 p.m. de ese sábado, una mujer de 40 años que transitaba por la PR-188, kilómetro 3.9. en Loíza se desvió por el paseo de esa carretera, impactando a los dos caballos en los que se transportaban los hombres.
Agentes de la Policía realizaron una prueba de alcohol a la mujer, la cual arrojó un 0.15% de la sustancia en su organismo y posteriormente la citaron para comparecer a las autoridades.
En entrevista con El Nuevo Día, la directora de la Unidad de Procesamiento de Conductores Ebrios del Departamento de Justicia, Jimara Gabriel Maisonet, aclaró que en este tipo de casos la prueba de alcohol no es la única pieza de evidencia que se requiere para radicar cargos en contra de una persona.
“Los casos de muerte en la carretera no son casos que uno pueda ver de manera rápida. A veces, la rapidez lo que hace es que no podamos radicar los cargos correctos o que no tengamos todos los elementos de juicio”, aseveró.