No hablo de Borges y Ugolino, el de Dante. Mi comentario sobre brujería en Haití motivó que me preguntaran –con palabras más amables— si mi juicio sobre el vudú muestra desprecio por una manifestación cultural quizás tan bárbara como que los católicos cometamos antropofagia simbólica al comernos el cuerpo y la sangre de Cristo.
Respondo que no, porque vudú y brujería, por carecer de marco moral (excepto quizás la “magia blanca”), no han contribuido al mejoramiento espiritual, material, jurídico ni social del pueblo entregado a eso como su creencia principal. Hay ciertamente algún absurdo racional en toda religión, invento del hombre, distinto a la espiritualidad o valores morales que pueden tenerse aun sin ser religioso.
El cristianismo y la reforma fundaron la Ilustración, el desarrollo de las ciencias, revoluciones por derechos humanos y políticos, el avance de la humanidad. Dizque por respeto a la diversidad cultural, no puede equipararse al vudú, de fatales consecuencias, con el cristianismo. Uno azara, otro libera hasta a los ateos. Uno es ancla, otro faro hacia la eternidad. ¡Amén!
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