Redacción.- Cuando te acuestas tarde, usas el celular antes de dormir o te despiertas en medio de la noche y no puedes volver a dormir, todas estas acciones se acumulan día tras día y forman lo que se conoce como déficit de sueño. Esta diferencia entre el sueño que realmente obtenemos y el que nuestro cuerpo necesita para funcionar adecuadamente puede tener serias consecuencias para nuestra salud
Según la Organización Mundial de la Salud, el 40% de la población enfrenta problemas para dormir. La Fundación del Sueño de Estados Unidos recomienda entre 7 y 9 horas de sueño para adultos de 18 a 64 años, y entre 7 y 8 horas para mayores de 65. Sin embargo, pocas personas logran cumplir con estas recomendaciones y disfrutar de un descanso verdaderamente reparador.
La falta de sueño afecta el cuerpo de manera significativa. Bijoy E. John, médico especialista en sueño, señala que la privación prolongada de sueño puede tener efectos similares a los del alcohol en sangre, afectando la cognición, el estado de ánimo y el rendimiento. La doctora Stella Maris Valiensi añade que el mal dormir puede provocar fatiga, irritabilidad y dificultad para concentrarse, reduciendo la productividad y el bienestar general.
Joaquín Diez, especialista en psiquiatría y medicina del sueño, explica que una noche de mal sueño puede disminuir la capacidad de concentración y memoria, afectando negativamente el rendimiento laboral o académico y alterando el equilibrio emocional. A largo plazo, el déficit de sueño puede debilitar el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como diabetes y enfermedades cardiovasculares, además de contribuir a problemas de salud mental como ansiedad y depresión.
La doctora Valiensi aclara que las siestas pueden ayudar a recuperar energía si son breves, pero no sustituyen las horas de sueño perdidas. Dormir más los fines de semana puede alterar el ritmo circadiano y no compensar completamente la falta de sueño durante la semana.
Para mejorar la calidad del sueño y recuperar el déficit acumulado, los especialistas recomiendan:
Mantener una rutina de sueño regular: Acostarse y levantarse a la misma hora todos los días ayuda a regular el reloj biológico.
Hacer ejercicio y exponerse a la luz solar: La actividad física regular y la exposición a la luz natural, especialmente por la mañana, mejoran la calidad del sueño y el estado de ánimo.
Tomar un desayuno nutritivo: Comer alimentos que proporcionen energía sostenida, como cereales integrales, frutas y proteínas, combate la fatiga y mantiene el cerebro alerta.
Utilizar la aromaterapia: Aromas como la menta y los cítricos pueden estimular los sentidos y ayudar a mantenerse despierto durante el día.
Mantener una buena higiene del sueño: Crear un ambiente adecuado para dormir, como atenuar las luces y evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse, es crucial para un buen descanso. Técnicas como la meditación y la respiración profunda también pueden ayudar a mejorar la calidad del sueño.
Implementar estas estrategias puede ayudar a mitigar los efectos negativos del déficit de sueño y promover un descanso más saludable.
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