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27 Abril 2024

Fe y Vida: “El Silencio”

Un cordial saludo para todos mis queridos lectores.

Hay muchas formas de decirnos que necesitamos hacer silencio, en la mayoría de los casos son con emblemas o signos, por ejemplo si vamos a un hospital donde reciben en su mayoría pacientes adultos vemos en los pasillos enfermeras con su dedo en los labios como señal de silencio.

Lo vemos también en hospitales que se dedican a atender a los niños, son presentan figuras de niños con sus dedos en los labios pidiéndonos silencio, o caritas felices pintadas en amarillo que nos dicen sonriendo silencio. En muchos lugares he visto pintada una bocina de automóvil y dice silencio, o no tocar bocina y así muchas otras formas  más.

Pero hoy yo no quiero hablarles del silencio exterior, sino del silencio interior, el silencio que nos ayuda en nuestra vida a tener pausas reflexivas que nos sirven en muchas oportunidades para tener más claridad de nuestros actos y hechos. Sentir en silencio interior es una experiencia transformadora, la mente se detiene y con esta sensación, el tiempo y el espacio dejan de existir.

El poder más grande que existe es el silencio, si queremos podemos nosotros abrirnos a este poder creador yendo también más allá de nosotros mismos y de nuestra persona. Abrirse al silencio es abrirse al potencial total e incondicional.

Nuestra vida es una permanente centrifugación hacia nuestro exterior de todas nuestras impresiones, ideas y datos, en una constante mezcla entre sí. Nosotros en el silencio conseguimos que nuestra conciencia capte lo que existe en profundidad detrás de las capas más aparentes de nuestra mente, de nuestra afectividad y de toda nuestra sensibilidad. Gracias al silencio interior se desarrolla nuestra sensibilidad interna, es decir, que nos capacitamos para afinar nuestra percepción, percepción sutil.

Al igual que una guitarra hay que afinarla para que sus notas suenen bien, así tenemos que afinar nuestra alma, y eso solo lo podemos conseguir a través del silencio interior. Gracias al silencio interior profundo viene la paz. La auténtica paz, la paz de la que más tarde surge toda actividad. Gracias a ese silencio interior podemos acumular fuerzas físicas, afectivas, mentales y espirituales para poder actuar posteriormente. Es la única forma de ponernos en sintonía con el poder creador único. Es decir, que el silencio es el campo más revolucionario de la vida. Así, nuestra vida, al abrirse al silencio y al vivir desde el silencio es, en sí mismo, una creación constante.

No sé si ustedes han observado cuando están manejando que hay personas que van guiando sus automóviles que sus radios hacen tanto ruido y la música es tan alta, que nuestro automóvil tiembla. Para esas personas es muy difícil el silencio, no lo quieren hacer porque los delata su conciencia y así teniendo bien alta la música de sus automóviles disipan los problemas interiores, sus conflictos, sus miedos a encontrarse con ellos mismos, esas personas buscan constantemente una solución y una huida, y la hallan en la música a todo dar.

Por lo tanto, uno de los más grandes requisitos para llegar a descubrir el silencio, es que el silencio sea consecuencia de una acción total, de una acción consiente, en donde no huyamos de las cosas, en donde no estemos jugando al escondite con nosotros mismos ni con ningún aspecto de la vida, donde afrontemos nuestras dificultades y movilicemos todos nuestros recursos mentales, afectivos, vitales, morales y de todo orden. Sólo una vida vivida en intensidad es la que luego va acompañada por el auténtico silencio.

Recordemos siempre que la consciencia y el silencio transforman la vida del ser humano. Al entrar en nosotros el silencio se ve y se escucha la vida con una actitud silenciosa, acogedora, receptiva y benevolente. La mente entonces se aclare, y así surgirá la armonía y se apreciara con más profundidad la totalidad de la vida.

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