Fe y Vida: “La Flor”

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Los seres humanos que somos inteligentes vivimos y aprendemos la mayoría de las veces de los ejemplos y mensajes que nos dan cuando somos pequeños. Yo me recuerdo cuando era yo pequeño que mi padre me ponía ejemplos y me daba mensajes para que yo fuera aprendiendo. Me comentaba cosas que muchas veces eran verdades por las cuales el había pasado, y algunas otras  que él como persona con mucha más años que yo las había escuchado a otros, que tenían más experiencia que el por los años vividos, y créanme que aprendí de esos ejemplos y mensajes que mi padre me decía.

Hoy quiero compartir con Ustedes el mensaje que le dio un padre a su hija a través de regalarle una flor. Fue escrito por Juan Mendizábal, escritor nacido en la Argentina, y dice así: “Había una joven muy rica, que tenía todo: Un marido maravilloso, hijos perfectos, un empleo donde le pagaban muy bien, una familia unida. Lo extraño es que ella no conseguía conciliar todo eso, el trabajo y los quehaceres le ocupaban todo su tiempo y su vida estaba mal en algunas áreas. Si el trabajo consumía mucho tiempo, abandonaba a sus hijos, si surgía algún problema, ella dejaba de lado a su marido…Y así, las personas que ella amaba eran siempre dejadas para después. Hasta que un día, su padre, un hombre muy sabio, le dio un regalo: Una flor muy cara y rarísima, de la cual había apenas un ejemplar en todo el mundo. Y le dijo: Hija, esta flor te ayudara mucho más de lo que tú te imaginas. Únicamente necesitas regarla diariamente y podarla solo de vez en cuando, ocasionalmente conversar un poco con ella, y ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y las más lindas flores. La joven la recibió emocionada, pues la flor era de una belleza sin igual. Mas el tiempo fue pasando, los problemas surgían, el trabajo consumía todo su tiempo, y su vida, que continuaba confusa, no le permitía cuidar de la flor. Ella llegaba a casa, miraba la flor y aun estaba ahí, no mostraba ningún signo de debilidad o muerte, siempre linda, y perfumada. Entonces ella pasaba sin prestarle más atención. Hasta que un día, sin más, la flor murió, Ella llego a casa y se llevo un susto. Estaba completamente muerta, sus raíces estaban resecas, sus raíces estaban resecas, sus flores caídas y sus hojas amarillas. La joven se puso a llorar y le contó a su padre lo que había acontecido. Su padre entonces respondió: Imagine que eso ocurriría, y no puedo darte otra flor, porque no existe otra igual a ella, era única, así como tus hijos, tu esposo y toda tu familia. Todos son bendiciones que el Señor te dio, pero debes aprender a regarlos, podarlos y dar atención a ellos, pues así como la flor, los sentimientos también mueren. Tú te acostumbraste a ver la flor viva, siempre florida, siempre perfumada, y te olvidaste de cuidarla. Cuida a las personas que tu amas. ¿Y tú…Cuidas de las bendiciones que Dios te ha dado? Protege esa flor, pues forma parte de las bendiciones del Señor: El nos la da, mas nosotros somos los que debemos cuidar de ella.

Mis hermanos, nunca es tarde para aprender, aprendamos de los ejemplos y mensajes que otros nos quieren transmitir.

Termino con un pedazo de una oración tomada del libro Encuentro, de Ignacio Larrañaga que dice así: “Se Tu para nosotros escarlata de felicidad, espuma de alegría, y garantía de estabilidad. Mantén, Señor, alta como las estrellas, en nuestro hogar la llama roja del amor, y la unidad, no solo entre nosotros, sino entre todos nuestros familiares y amigos”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.