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27 Abril 2024

Fe y Vida: “Quien dice la gente que soy yo”

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Cuando uno pasa por un rosal o un lugar donde haya sembradas otras flores enseguida uno se da cuenta porque se percibe el olor que las mismas despiden. Lo mismo sucede cuando uno actúa bien, siempre deja un buen ejemplo en alguien que te está mirando. Dicen que las personas de aquel tiempo conocían a los primeros cristianos no por lo que predicaban, sino por el ejemplo de vida que daban. Lo que decimos tiene que ir enlazado con nuestro actuar y vivir, no podemos decir como aquel Monge: Ahora todos van a trabajar y después todos vamos a comer. Ni tampoco podemos decir: Haz lo que yo digo y no lo que yo hago. Pues eso es vivir una dualidad de vida, y eso no es correcto.

Cuentan que una vez, un grupo de vendedores fueron a una convención de ventas. Todos le habían prometido a sus esposas que llegarían a tiempo para cenar juntos el Viernes por la noche, sin embargo, la convención terminó un poco tarde y llegaron retrasados al aeropuerto.

Entraron todos con sus boletos y portafolios, corriendo por los pasillos. De repente y sin quererlo uno de los vendedores tropezó con una mesa que tenía una canasta de manzanas. Las manzanas salieron volando por todas partes. Sin detenerse, ni voltear para atrás, los vendedores siguieron corriendo, y apenas alcanzaron a subirse al avión. Todos menos uno. Este se detuvo, respiró hondo, y experimentó un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de manzanas. Le dijo a sus amigos que siguieran sin él y le pidió a uno de ellos que al llegar llamara a su esposa y le explicara que iba a llegar en un vuelo más tarde.

Luego se regresó a la terminal y se encontró con todas las manzanas tiradas por el suelo. Su sorpresa fue al darse cuenta de que la dueña del puesto de manzanas era una niña ciega. La encontró llorando, con enormes lágrimas corriendo por sus mejillas, tanteaba el piso, tratando en vano de recoger las manzanas, mientras la multitud pasaba vertiginosa, sin detenerse, sin importarles su desdicha. El hombre se arrodilló con ella, juntó las manzanas, las metió a la canasta y le ayudó a montar el puesto de ventas nuevamente.

Mientras lo hacía, se dio cuenta de que muchas se habían golpeado y estaban magulladas. Las tomó y las puso en otra canasta, cuando terminó, sacó su cartera y le dijo a la niña: Toma por favor, estos cien dólares por el daño que hicimos, ¿está bien?, le pregunto. Ella, llorando, asintió con la cabeza. El continuo, diciéndole; Espero que no hallamos arruinado tu día. Conforme el vendedor empezó a alejarse, la niña gritó: Señor, Señor…El se detuvo y volteó a mirar aquellos ojos ciegos. Ella continuó: ¿Es usted Jesús…? El se paró en seco y dio varias vueltas, antes de dirigiese a abordar el otro vuelo, con esa pregunta quemándole y vibrando en su alma: ¿Es usted Jesús?, y a Ti, y a mí, ¿La gente nos confunde con Jesús?

Para vivir mejor, tenemos que saber que el pasado, ya quedó atrás y el futuro siempre será mañana…Sólo tenemos el hoy.

Seamos ejemplo para todos aquellos que a lo mejor no leerán a Mateo, Marcos, Lucas ni Juan que son los cuatro Evangelistas, pero verán en ti el quinto Evangelio, el que le vamos a proclamar con nuestro  ejemplo.

Termino con los Versículo 16, del Capítulo 5 de San Mateo que dice: “Que vuestra luz brille ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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