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28 Abril 2024

Fe y Vida: “Yo Acepto”

Un cordial saludo para todos mis queridos lectores.

A nosotros los seres humanos nos cuesta mucho el aceptar las cosas, sobre todo cuando lo que estamos diciendo es erróneo. Nos cuesta muchísimo trabajo el pensar que estamos equivocados. Y sobre todo nos cuesta muchísimo el decirlo y el decir que estábamos equivocados y así aceptar la opinión de otros que están en lo correcto y que a lo mejor saben mucho más que nosotros de ese tópico o materia.

Cuando nosotros aprendamos a aceptar que no siempre estamos correcto, y que a lo mejor otras opiniones están correctas que tienen a lo mejor más valor que las nuestras, nosotros entonces estamos creciendo. Lo cierto es que queremos vivir como dice el refrán: “Como Chivos sin Ley” haciendo lo que nos da la gana y no acepto ni las leyes, ni otras opiniones, ni las ordenes, ni lo que me dicen mis padres, ni la luz roja en la calle y así muchas otras cosas más.

Yo aprendí y acepte, que un día voy a morir, que este cuerpo que tengo no es inmortal, que un día llegare a envejecer y todo terminaría en esta tierra para comenzar a vivir la vida eterna en la presencia de Dios. Aprendí a aceptar que somos pasajeros que estamos de transito en este mundo. Que todo en esta vida pasa, y solo quedan los recuerdos, las memorias, la historia de nuestro tiempo vivido y el bien que hayamos hecho a otros. Acepte que vine a este mundo no por casualidad, sino para hacer algo bueno y positivo, y así dejar a mi paso huellas positivas, y al momento de partir, me recuerden por el bien que hice.  Acepte que un día me encontraría solo en este mundo, que mis padres no iban a durar para siempre, por eso me prepare. Aprendí que mis hijos no eran míos, sino que Dios me los había prestado para que los criara y los cuidara, y que un día escogerían su camino. Tuve que aceptar que todo lo que yo poseo no es mío sino que solo fueron confiados a mí, como algo prestado y que se quedaran aquí cuando regrese al Padre. Tuve que aprender a aceptar que porque yo me sentara todos los Domingos en el mismo lugar en la Iglesia no poseía ese lugar o asiento. Tuve que aprender a aceptar que a lo que yo llamaba mi casa solo era un techo temporal que yo tenía, porque la verdadera y eterna casa, era en la presencia de Dios. Aprendí y acepte el despegarme de las cosas materiales, pues me di cuenta que eran pasajeras, y que lo que a mí me sobraba otros lo necesitaban. Tuve que aceptar que todos los animales que poseo, y las plantas que plante, no me pertenecían, no fue muy fácil el aceptarlo pero al fin lo aprendí. Aprendí a aceptar que soy frágil, que soy pecador, que soy una persona con limitaciones, que no siempre estoy correcto, y que tengo defectos y virtudes. Me costó trabajo, pero aprendí a aceptar que este yo en este mundo o ya halla partido, la vida continua y el mundo seguirá su curso. Yo acepte y así deje de sufrir en esta vida, acepte a sacar de mí el orgullo para así vivir lo simple y corta que es la vida, y aprendí a aceptar a todos de la misma manera y no tener favoritismo por nadie ni por nada. Acepte que no se casi nada del tiempo, que no comprendo la eternidad, que todo esto para mí, es un misterio. Tuve que aprender a aceptar y abrir mis brazos para reconocer la vida tal y como es, y aprender que todo es transitorio que todo pasa en esta vida, que lo único eterno es la vida en la presencia de Dios. 

Hermano, aprendamos a aceptar a las cosas que no podemos cambiar, a aceptar a los otros tal y como son, y no tratar de cambiarlos. Aprendamos a aceptar y cambiar nosotros y así seremos felices.

Los dejo con el Versículo 5, del Capítulo 13 de la Carta de San Pablo a los Hebreos que dice así: “No estéis apegados al dinero, sino conformaos con lo que tenéis ahora. Os dice Dios: Yo nunca te dejaré ni te abandonaré”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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