Casi todas las encuestas revelan un fenómeno al que pocos han puesto asunto, distinto al pronosticado triunfo arrollador del presidente Abinader en su reelección. Se trata de que por Luis votará una cantidad de ciudadanos mucho mayor a quienes se definen como perremeistas, mientras que Leonel Fernández y Abel Martinez tendrán menos votos que quienes dicen ser de la FUPU o del PLD. Una buena cantidad de quienes hoy preferimos a Luis no lo escogimos en 2020; su gestión gubernamental ha hecho reconsiderar y cambiar de opinión. Otra rareza de los comicios del próximo domingo es que, aunque haya uno mejor que los otros dos, es innegable que de los tres cualquiera podría desempeñar la presidencia bastante competentemente, algo que habla muy bien de nuestra democracia sexagenaria. Lo que debemos mejorar es el civismo de los perdedores, acostumbrados a un pataleo de ahogado que han comenzado a priori, con exigencias legales a la JCE pero extemporáneas e irrealizables. Esa lloradera no ayuda a la oposición y es una afrenta a la madurez de nuestro sistema electoral, que funciona aunque pueda mejorarse.