Perspectiva

SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Es un hecho vergonzoso para el país y los invitados extranjeros que un evento cultural como la Feria del Libro haya concluido este lunes con un inmenso desorden, entre tumultos fuera de control y una avalancha de vendedores, en una imagen semejante a la de un mercado público.

La Feria del Libro tiene que estar abierta a todos los públicos, pero regida por un sistema de organización y orden que impida a los asistentes ser asediados por vendedores que obstruían tanto los accesos como las salidas.

La magnitud de este desorden sobrepasó la capacidad de  agentes policiales y los equipos de seguridad que tenían la responsabilidad de garantizar un ambiente animado, pero tranquilo y seguro.

¿Qué dirán de nosotros en el exterior los invitados internacionales que vinieron al país a participar y presenciar un evento que tiene o debería tener al libro como el objeto y centro de atención para el fomento del conocimiento y la cultura?

¿Por qué no habían guías que pudieran brindar información orientadora para que los visitantes sacaran un mejor provecho al pasar por los stand de las diferentes librerías, en lugar de comprar baratijas que en nada contribuyen al saber?

Es obvio que los organizadores de la feria deben contar con un cuerpo especializado y con un debido entrenamiento, a fin de garantizar un normal desarrollo sin aprensiones ni sobresaltos.

¿Qué feo tributo a la memoria de Manuel Rueda, a quien estuvo dedicada la feria, en reconocimiento al intelectual que tanto contribuyo a la cultura nacional como poeta, musicógrafo y ensayista?

Las charlas y actos con destacadas personalidades del mundo cultural y literario contribuyeron inicialmente al carácter serio y trascendente que debe tener una feria de este tipo, pero no se debió permitir que en su cierre fuera empañada de manera tan deplorable.

En lugar de sentirse heridos en su susceptibilidad, de ofrecer exclusas o justificaciones, el ministerio de Cultura debe hacer un exhaustivo análisis de estas fallas para evitar que vuelvan a repetirse en futuras ferias.

Otro tema que debería también ser objeto de ponderación y que ya comenzó a ser debatido, es cuál es la real contribución de la feria del libro al hábito de la lectura, que es fundamental para la apropiación de una cultura sólida.