Este hombre ha sostenido aspiraciones de grandeza ilimitada: «Bussines are bussines», su santo y seña; «mío», su única noción del verbo tener; dorado, el color principal de su arcoíris. Y, así, asumió la misión de acumular. ¿Métodos?: Los que sean. ¿Objetivos?: Superar a los viejos maestros, con los que hoy tiene diferencias meramente circunstanciales. ¿Principios? Da lo mismo tenerlos o no (no son determinantes). Y ante todo ataque responde con todo desparpajo: «Mañana estaré entre los próceres del progreso y nadie dirá nada. Porque en los países alguien tiene que hacer los capitales».
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