SANTO DOMINGO.- En momentos en que el país se encuentra inmerso en aprestos electorales de cara al año 2024, la Fundación Institucionalidad y Justicia, Inc. (FINJUS) expresó su alta preocupación por lo que considera efectos negativos que arrastra el fenómeno del clientelismo político, especialmente para el modelo de democracia y las relaciones políticas que en este sistema se establecen.
Al hablar de ese tema, la entidad estableció que esa modalidad favorece el predominio de la corrupción política, pues dice que garantiza el intercambio de bienes y servicios de una parte, a cambio del apoyo político de otra.
“Se constituye en la forma predominante de la práctica política de determinados agrupamientos o líderes, para obtener respaldo electoral, para lo cual el clientelismo se disfraza para presentarse como un método alterno de sumisión”, cita un documento de Finjus.
En ese sentido, la entidad hizo un llamado a las autoridades estatales, a los partidos y agrupaciones políticas y a la sociedad dominicana a reflexionar sobre los efectos nocivos que representa el clientelismo político para el fortalecimiento del sistema democrático y la necesidad de que, en base a los marcos legales vigentes, se frene su expansión en este proceso electoral.
“Nuestro sistema electoral está diseñado como un mecanismo que propicia el derecho a la libre asociación y participación política de la ciudadanía, para lo cual debe contar con herramientas eficientes que promuevan su fortalecimiento”, dice el comunicado.
Para esa institución, el uso de los recursos como una práctica informal, lacera la libertad de los votantes bajo el supuesto de que la elección popular ya no es más el producto de un análisis transparente y recíproco en búsqueda de una gobernabilidad eficiente, sino que es el fruto de favores, donde poco importa el bienestar social, el debate sano de ideas y la promoción de un pluralismo político autónomo y diverso.
De acuerdo con Finjus, el clientelismo crea un ambiente hostil que impide que la ciudadanía privilegie con su voto a los líderes políticos por sus méritos o aptitudes, pues estos elementos se convierten en irrelevantes, dado que su fortaleza se deriva de las dádivas prometidas.
“Ciertamente, en todo proceso electoral se hace necesario el apoyo económico, social y político de la ciudadanía, pero ese apoyo debe obtenerse por medio del establecimiento de relaciones formales como consecuencia de un amplio ejercicio pluralista”, refiere.
Y continúa “no obstante, la democracia queda lesionada desde el momento en que las vinculaciones son establecidas en base a ofertas, como si el voto fuese una subasta donde se lo gana el mejor postor y quien más beneficios personales ofrezca”.